Movilidad social y transformadora
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Para alcanzar la meta de cobertura de más del 50 por ciento al término de este sexenio, la educación superior deberá constituirse en una verdadera prioridad nacional. No se trata sólo de aumentar la matrícula sino que la educación superior sea pertinente y de calidad, para realmente poder romper el círculo vicioso de la exclusión y ofrecer a los jóvenes más oportunidades y mayores niveles de bienestar. La solución para garantizar mayor equidad es asegurar el pleno compromiso de todas las universidades públicas de atender de manera prioritaria a los grupos socialmente vulnerables para que ingresen, permanezcan y egresen con una formación de calidad y con empleo.
Sin duda las Instituciones de Educación Superior (IES), por su propia naturaleza, están comprometidas con las más nobles causas de la nación. Ante las reformas ya realizadas y las que están por venir, el compromiso de las IES es no escatimar tiempo ni energía para sumarse al esfuerzo del presidente Andrés Manuel López Obrador para transformar la educación superior y apoyar la puesta en marcha de un conjunto de políticas públicas de nueva generación para lograr construir el País que todos deseamos: un México en paz, justo y próspero.
Las condiciones actuales de la educación superior no son garantía de movilidad social. Y por esto se requiere de un nuevo proyecto que privilegie y concrete el compromiso social, el talento innovador y la creatividad como vectores de los compromisos de las universidades con sus comunidades.
Para ello es necesario contar con el apoyo de todos. En un contexto como el mexicano, donde la pobreza y la desigualdad son altas y persistentes, la escasa movilidad social abona a una sociedad polarizada, altamente estratificada. Sin una educación que impulse la movilidad social y que a la vez sea transformadora de los estudiantes, no importa cuán grandes sean los esfuerzos que realicen quienes nacen en situaciones de mayor desventaja, sus posibilidades de mejorar están muy limitadas. A nivel internacional, México es de los países con menos movilidad social y con mayor desigualdad.
La educación debería ser uno de los principales motores de la movilidad social, pues da capacidades a las personas para que tomen mejores decisiones que cambien sus vidas y así puedan alcanzar mayores niveles de bienestar. La convergencia hacia un estado de mayor bienestar y movilidad educativa requiere invertir relativamente más en quienes enfrentan mayor rezago, a través de incentivos y políticas públicas compensatorias. Una visión de igualdad de oportunidades requiere garantizar que las políticas universitarias contemplen acciones afirmativas y compensatorias hacia los sectores poblacionales en desventaja.
Teniendo en cuenta los grandes cambios en los mercados laborales, resulta fundamental apoyar las trayectorias profesionales y el aprendizaje permanente a fin de garantizar que las personas estén al día en lo que se refiere a las demandas en materia de cualificación y formación, que evolucionan rápidamente. Nadie debe quedar atrás.
Cada institución de educación superior debe reforzar las funciones de servicio a la sociedad y más concretamente sus actividades orientadas a la erradicación de la pobreza, la intolerancia, la violencia de género, el analfabetismo, el hambre y a combatir el deterioro del medio ambiente. El fin último de una universidad pública es servir a la comunidad.
Hoy tenemos que visualizar que la Universidad debe formar a los profesionales que demanda el mercado laboral, cada día más internacionalizado. Pero este mercado global está sujeto a diferentes circunstancias. Ya no hay empleos para toda la vida. No te vas a poder jubilar en una sola empresa ni en un mismo puesto de trabajo.
Ante una fuerte competencia laboral, nuestros alumnos y docentes tienen que sobresalir no sólo académicamente sino también estar familiarizados con un ambiente multicultural. Por ello a la profesionalización e investigación científica, las funciones primordiales de la Universidad, se deberá añadir –a decir de José Ortega y Gasset– la transmisión de la cultura, “el sistema vital de las ideas de cada tiempo”, “lo que salva del naufragio vital, lo que permite al hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin sentido o radical envilecimiento”, y vivir a la altura de los tiempos. La nueva tarea universitaria consistirá en conseguir profesionales para el mundo.
@SalvadorHV
jshv0851@gmail.com