Mundo cuántico
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Vivimos un mundo cuántico. No es un mundo de certeza, sino de probabilidades. Lo que ves, no es. La verdad siempre es más complicada de lo que parece y a veces se bifurca en dos verdades contradictorias. Este mundo es el que hace difícil aplicar la ley. Reconstruir los hechos de un crimen puede ser más difícil que predecir el futuro.
En este mundo cuántico, hay verdades contradictorias que coexisten simultáneamente. El ejemplo clásico es el gato de Schrödinger (encerrado en una caja. Al abrir la caja no sabemos si estará vivo o muerto). Chance si, chance no.
Hay otros ejemplos menos técnicos. Para mí, la muerte de Manuel Clouthier pertenece a este mundo de eventos duales en los que se produce un bifurcación de la realidad. Yo digo que un cincuenta por ciento de probabilidad que “Maquío” murió en un accidente. Y otro cincuenta por ciento que fue arteramente asesinado en un crimen de Estado. Las dos realidades subsisten simultáneamente. Y no hay manera de salir del dilema.
Ayotzinapa aún no toma forma. Está en un limbo del mundo cuántico. Sólo sabemos que cuarenta y tres jóvenes no pueden desaparecer todos al mismo tiempo sin dejar rastro, sin que nadie sepa nada. Y como decía Sherlock Holmes, si eliminas lo imposible (por ejemplo no se fueron volando a Marte) lo improbable por más que lo parezca debe ser verdad. El único que pudo hacer algo así sería el Ejército, pero repito, estaríamos entrando al mundo cuántico.
El jueves sucedió una experiencia cuántica en el Senado de Estados Unidos. Se escuchó a la doctora Christine Blaisley Ford, decir bajo juramento que estaba ciento por ciento cierta que ella fue atacada sexualmente el juez Brett Kavanaugh, nominado por Trump para ministro de la Suprema Corte. En su turno, el prestigiado jurista juró por Dios que él no estuvo allí y jamás ha atacado sexualmente a nadie.
Se trata de dos verdades contradictorias que en teoría solo una vale. En el mundo cuántico eso no sucede. Las dos verdades subsisten. Por ejemplo, un fotón es una partícula, pero también es una onda. La verdad es relativa al observador. Para los demócratas, Kavanaugh es culpable. Para los republicanos es inocente. Estos tienen mayoría. Ante la ley, la mayoría manda.
Si damos por buena la verdad de la señora Ford, ¿cómo explicar la vida superrecontra ejemplar que ha caracterizado al juez durante toda su vida profesional? Lo menos que podríamos decir es que si acaso si lo hizo, el actual nominado para ministro es otra persona muy distinta. Es la mente legal más impresionante de todo Estados Unidos. Fue partícula, diría ella. Sí, pero hoy vemos la onda.
Suponiendo sin conceder, como decimos los abogados, que ella dice la verdad absoluta. Hubo preguntas que su interrogadora no se atrevió a hacer para no ofender a las mujeres votantes del próximo noviembre, como: ¿Quién te invitó a la reunión? ¿Cuántas cervezas tomaste en realidad? ¿Te gustaba Kavanaugh? ¿Le coqueteaste? ¿No será que te ignoró por no ser católica?
Dices que te quería desvestir, pero admites que traías puesto un traje de baño abajo de la ropa; ¿te obligaban tus papás a usarlo como cinturón de castidad? Todas preguntas prohibidas en el mundo cuántico del “Me too”, de la revolución contra el abuso sexual. Hoy la verdad de las mujeres es verdad en automático, por decreto social en contra de miles de años de evolución jurídica.
Al final del día, el senador Lindsey Graham, republicano, dio el discurso de su vida. Acusó a los demócratas por haber ocultado la denuncia para manipular la opinión pública y descobijar a la denunciante. Eso hizo colapsar al mundo cuántico para crear una realidad única. La verdad de Kavanaugh prevaleció.
Moraleja: Nuestra educación domina nuestras decisiones que se materializan en el mundo cuántico. Cuando tenemos sed, tomar agua se vuelve mucho más probable que seguir sediento. Para lograr generar justicia efectiva se requiere un mínimo de educación en la población. Ello explica por qué nuestra falta de cultura jurídica sigue tolerando que los culpables se vayan casi gratis, como Javier Duarte y abunden inocentes esperando sentencia. Lees esto, pero no te das por aludido.
javierlivas@prodigy.net.mx