Niveles de lectura
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Pueden comprarse libros para llenar estanterías.
Una portada atractiva intenta sugerir un contenido fascinante. El verbo leer tiene en esta década múltiples y escalonados niveles. Se da el lector de rótulos en películas sin traducción, solo de reojo se ve la acción o se identifican los rostros proyectados. Con el sonido de fondo del idioma extranjero, el espectador desarrolla la habilidad de abrir un ojo al gato y otro al garabato.
El lector de tuits busca destellos de información atisbando con rapidez frases cortas. Se desliza visualmente por el revoltijo noticioso o se aturde con la algarabía de los dimes y diretes, de los comentarios cáusticos, de las expresiones burlonas que lo indigestan y lo atarantan.
El “feisbuquero” califica, comenta y comparte y lee -en diagonal- las entradas de amigos, conocidos y desconocidos en la plaza pública de la red. El conversador vive un día de interrupciones, por un chateo de salpicaduras intermitentes que lo hacen vivir apantallado.
El desplazado e-mail tiene una consulta infrecuente, su lector se entera con retraso de eventos y avisos ya vencidos. El “juatsapeo” y el inbox, con biombo de privacidad, es una forma de lectura que contagia de una grafía sin orto en que todo se vale para suprimir y cambiar letras,
La lectura de sillón, lámpara, sorbo de café, fumarola de tabaco y música de suave jazz con anteojos de graduación especial, pierna cruzada, bata y chanclas y hojeo lento de páginas ojeadas sin prisa, raro es ya y quienes la practican comentan que la interrumpen para ver la final de fut en que un penal no entra y un cabezazo hace ganar.
Libros no leídos, libros a medio leer, libros decorativos, libros prestados que nunca se devolvieron, libros olvidados y siempre cerrados arman un buen inventario en muchas residencias.
Los adictos a Kindle se bajan de la nube libros electrónicos gratuitos para una lectura sin páginas de papel, con pase de apretón y pueden subrayar y anotar y consultar significados y cambiar tipos de letra y hasta poner fondo blanco o sepia. Dejan varios libros abiertos para seguirlos leyendo en tiempos libres.
Hay más niveles de lectura. La mejor podría ser la del obrero, el universitario, el profesional, que siguen estudiando en una autoformación permanente que los hace estar al día para vivir su época… La lectura orante de la Palabra revelada es oro puro y hábito diamantino...