No son todos los tiempos unos
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El Quijote II, 35 y 58
En grotesca ceremonia preparada por los Duques, como siempre en son de burlas y para su entretenimiento, un personaje al que llaman Merlín, como el legendario mentor del rey Arturo, aunque este Merlín afirma de sí mismo ser “aquel que las historias dicen que tuve por mi padre al diablo”, ofrece la solución que desencante a Dulcinea del Toboso y deje de estar convertida en una mujer rústica y fea, y vuelva a ser la hermosísima señora que don Quijote conocía.
Dice Merlín que para ello “es menester que Sancho tu escudero / se dé tres mil azotes y trescientos / en ambas sus valientes posaderas, / al aire descubiertas, y de modo, / que le escuezan, le amarguen, y le enfaden”.
Naturalmente, muy molesto, Sancho manifiesta su total desacuerdo con la receta dada por Merlín. Dice, entre otras cosas: “¿Por ventura son mis carnes de bronce, o vame a mi algo en que [Dulcinea] se desencante o no?.... y habían de considerar estos lastimados señores [que secundan la propuesta de Merlín] que no solamente piden que se azote un escudero, sino un gobernador…¡Aprendan, aprendan mucho de enhoramala a saber rogar y a saber pedir y a tener crianza, que NO SON TODOS TODOS LOS TIEMPOS UNOS, ni están los hombres siempre de un buen humor!”
Al citar Sancho este refrán, que en tiempos de Cervantes también se decía “No todos los días son iguales”, lo que les quiere decir a los que insisten en que allí mismo proceda a aplicarse los azotes sobre “sus valientes posaderas al aire descubiertas”, que todas las cosas tienen su tiempo. Que en ese momento no puede acceder a lo que le piden, y menos aún siendo él gobernador.
@jagarciavilla