Nuestra misión: amarnos
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ESTIMADOS LECTORES:
Este sábado previo al Día de San Valentín, comparto con ustedes una hermosa reflexión de un personaje querido por todos, el escritor, productor, actor cómico, director y escritor británico Charles Chaplin, donde nos acerca a su manera de ver la vida, esta vez, usando palabras.
Grandes lecciones de vida que nos hacen abrir los ojos para valorar lo que tenemos, con quién contamos pero sobre todo, lo más importante, valorarnos.
La importancia de amarnos y comprender de esa manera que somos importantes para alguien, que tenemos una misión en este mundo y que debemos de cumplirla, respetándonos, siendo humildes, plenos, simples, auténticos, maduros, pero sobre todo, felices. ¡Disfruten este fin de semana!
ANA
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es…autenticidad.
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando me amé de verdad comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo esa actitud. Hoy sé que se llama… amor a uno mismo.
Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé que eso es… simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí… la humildad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir.
Nuestra misión: amarnos
Todos tenemos problemas. ¿Cuál es el suyo?
Para una respuesta escriba a:
ANA APARTADO 500 o BOULEVARD V. CARRANZA
y CHIAPAS, SALTILLO, COAH.
También puede hacerlo vía internet: ana@vanguardia.com.mx