Nueva temporada, nuevo equipo
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Fuerza Coahuila… desde su nacimiento, la corporación fue impugnada pues ya arrastraba los pecados de los elementos que la integraban
Es muy normal que luego de una campaña deplorable, un equipo, franquicia o escuadra deportiva busque reorganizarse, reconfigurarse, reinventarse.
Es lo menos que un club le puede ofrecer a su afición para que ésta no le retire el voto de confianza y vuelva a ponerse la camiseta al inicio de la siguiente temporada.
La directiva al menos tiene que dar la impresión de que lo está intentando con algunas nuevas contrataciones interesantes, con cambio de mánager, aunque a veces, de hecho, lo que urge es cambiar a la directiva.
Pero todo lo que pide la fanaticada es que, de buena fe, se corrija lo que está mal, se corte lo que no funciona, se le invierta a las posiciones más débiles y se busque talento joven con algo de potencial.
Eso basta, insisto, para renovar la fe hasta de los hinchas más decepcionados. Mire que se lo dice alguien de Saltillo, lo que ya es mucho decir.
Si alguien sabe lo que es el descalabro reiterado, la anual decepción, somos los oriundos de ésta, la alguna vez feliz villa, hoy desgraciada saraperópolis.
Nacimos con un sino maldito. Me atrevería a decir que los Saraperos eran como el Cruz Azul de la Liga Mexicana de Beisbol, pero creo más bien que los Cementeros son el Sarape de la Femexfut.
Los títulos que se le adjudican al sarape tienen todos asteriscos, es decir, objeciones, están empañados por las circunstancias y la turbiedad, por lo que el estigma del “ya merito” –que ahora, adaptado a la época de las redes , escribiríamos #YaMerito– seguirá acompañando a nuestra novena durante muchos años, al parecer.
Se nos informó en días pasados que nuestra franquicia beisbolera de LMB, los Saraperos de Saltillo, estuvo a nada de ser trasladada a Albuquerque pero, gracias a un grupo de empresarios locales el equipo se queda en casa y no nos quedaremos sin beisbol profesional.
Algunos de los apellidos más conocidos del ámbito empresarial de la capital coahuilense le entraron al quite y que bueno, por todo lo que el juego de pelota nos representa.
Por supuesto que habremos de concederles el beneficio de la duda, pero que quede claro que una cosa es adquirir los derechos del equipo y otra muy, muy diferente es transformarlo en una marca ganadora, en la novena campeona.
Para ello, como ya dijimos, se necesita algo más que el mero cambio de propietarios o arreglos cosméticos. Se requiere cirugía mayor, no pocas veces dolorosa.
Casi al mismo tiempo de la suerte de nuestros Saraperos, se nos informaba del destino de otra franquicia, mucho más infame y por ende menos amada. Abominado de hecho, el cuerpo de seguridad estatal, Fuerza Coahuila, se nos dijo, dejaría de existir para transformarse en… otra cosa, no sabemos qué exactamente, pero otra cosa. ¿Será?
Desde su nacimiento, la corporación fue impugnada pues ya arrastraba los pecados de los elementos que la integraban. ¡Y cómo no! Si cualquier creación de Rubén Moreira ya arrastraba el desprestigio, más tratándose de un tema tan sensible como el de nuestra seguridad, misma que durante su mandato y el de su no menos nefasto hermano, se vio seriamente comprometida, se dice, por su propia colaboración con las organizaciones criminales.
“De la seguridad me encargo yo” dijo arrogante el payaso de Moreira Valdez, pero no lo dijo asumiendo el peso de esta tremenda responsabilidad sino evadiendo precisamente todo el peso de un cuestionamiento que se le hizo en este sentido.
Total que todo lo que se le ocurrió fue la creación de esta corporación, Fuerza Coahuila, cuyo nombre siempre me sonó a “¡Fierro, pariente!” y por consiguiente, a un grado de separación de todo lo que es vulgar y ordinario, corrientón.
Cabe preguntarnos: ¿Con qué porcentaje se retira Fuerza Coahuila? Bien, en menos de tres años de operaciones, esta fuerza “de élite” acumuló ni más ni menos que 700 quejas, de acuerdo con cifras de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Y le preguntamos a cien mexicanos cuáles eran las violaciones más frecuentes de Fuerza Coahuila. ¿Cuáles cree que fueron las respuestas más populares?
Las violaciones más recurrentes imputadas a Fuerza Coahuila fueron: Detención arbitraria en su modalidad de levantón, allanamientos y sin permiso que es peor, ejercicios indebidos –malas mañas, diría el Piporro–, la siempre tenebrosa tortura, intimidaciones porque se sienten muy muy, robo porque ese es el sello de la casa y lesiones porque son logrones los muy cabrones.
Ahora nos dicen que a este nefasto equipo ya lo compraron también unos nuevos dueños. Que ya le cambiaron el nombre, el uniforme, el logotipo y creo que hasta la mascota. Que ya nomás nos esperemos a que comience la temporada y vamos a ver –¡’ora sí!– qué bonito batean.
¡Cómo no! Y aquí está su afición de pendejos, lista para apoyarlos. Lo siento, pero este Gobierno se equivocó de pueblo. Nosotros ya estamos muy curtidos y curados en decepciones con los puros Saraperos.
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