Olga, caravana, humo y espejos
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Definitivamente no es igual de fácil “torear” desde el segundo tendido como aficionado que con los pies en el ruedo como torero. Hace poco más de 20 años me tocó vivir en la calle Augusto Rodin de la Ciudad de México, esa misma calle donde se encuentra la Monumental Plaza México. Aunque disto mucho de ser un conocedor de la tauromaquia, esa que ahora es perseguida y hasta prohibida en muchos lugares, en varias ocasiones me animé a ir a los toros en la Plaza México, a unas cuadras de mi casa. Fue una experiencia que disfruté y que me dejó una idea muy clara de lo fácil que es opinar desde lejos (como supongo hago en este espacio con frecuencia) sobre algo que uno difícilmente estaría dispuesto o preparado para hacer. Recuerdo, como si fuera ayer, a ese aficionado gritar desde el segundo tendido pidiendo a Guillermo Capetillo que se le acercara más al toro. Desde donde estaba él, no muy lejos de mí, la verdad es que el toro no se veía tan grande o imponente. En otra ocasión me tocó estar más cerca del ruedo y me di cuenta que los toros eran realmente grandes y peligrosos.
Menciono esta anécdota taurina porque estoy seguro que muchos hemos pecado de percibir que algo es más sencillo de lo que en realidad es. Por ejemplo, Fox dijo que en 15 minutos acabaría con el conflicto de Chiapas. Trump dijo que derrotaría a ISIS en 30 días. El recién fallecido expresidente George Bush en campaña dijo “lean mis labios, no a nuevos impuestos”. Tal vez así es la política, es una cosa estar en campaña (en el segundo tendido) y otra tener que ver la realidad y la complejidad de operar un barco grande al que le entra agua, manejado por una tripulación al punto del motín, perseguido por piratas y con pasajeros que no estarán contentos con casi nada.
Por eso llama la atención la constante necesidad (necedad) del gabinete del presidente López Obrador de seguir actuando como si siguieran en campaña. Declaraciones efectistas y despegadas de la realidad que dan a entender que no han sabido o querido darse cuenta que ahora son ellos quienes tienen que tomar el timón y sortear las olas y posibles tormentas que se avecinan. Son ellos quienes están en el ruedo, ya se bajaron del tendido; pero no parecen estar enterados.
La secretaria de Gobernación, Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila, abogada renombrada y exministra de la Suprema Corte, declaró hace unos días ante los reflectores: “El tema de la caravana migratoria en Tijuana ya no es tema. Ustedes se han dado cuenta que ya no es tema. Porque en cinco días de este gobierno resolvimos el problema. Estados Unidos, impresionado. Ya no hay crisis humanitaria en el tema de Tijuana”. Sí, esto quita la atención del tema del aeropuerto o del tren maya, o de la cancelación de la reforma educativa, o de la reducción de los salarios o del pleito con la Corte, pero no por las razones adecuadas. Se necesitan declaraciones y acciones sensatas y serias. Si la señora Sánchez Cordero verdaderamente cree que el tema migratorio (de Tijuana o cualquier otro rumbo) quedó resuelto, se llevará muchas sorpresas desagradables tratando de “gobernar” al País sin enfrentar al toro. Además, devaluará su impecable trayectoria y el espíritu de verdadera transformación que busca el nuevo gobierno. Con humo y espejitos no será suficiente. La simulación y el cinismo fueron el cáncer que mató al sexenio de Peña Nieto. Con todo respeto, señora Sánchez Cordero, no estamos interesados en espejos y humo, y sí en un gobierno que actúe como tal y no como aficionados. El toro es real, todos lo vemos, ustedes pusieron su nombre en el cartel y les toca hacer la faena. Si pierden de vista al toro, el único que saldrá vivo del ruedo al final de la tarde será el toro.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com