OPLE’s, ¿existen buenas razones para que persistan?
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Es curiosa la forma de argumentar a favor de los institutos locales electorales, ya que aceptar que la alternancia en el poder se debe a que los OPLE’s existen, equivaldría a reconocer que influyen en el resultado de la elección
La reforma electoral de 2014, que derivó en la modificación de las reglas mediante las cuales se designan a los consejeros de los órganos electorales estatales, así como en la redefinición de la forma de coordinación entre estos y el órgano electoral nacional, estuvo marcada por una fuerte discusión respecto de la conveniencia de desaparecer a los primeros.
Los argumentos para centralizar la organización de procesos electorales en el país nunca han sido sólidos, pues están más basados en una serie de prejuicios que en datos duros y verificables. Sin embargo, son argumentos que tienen efecto en la opinión pública, particularmente cuando se plantea que desapareciéndolos se “ahorraría” una cantidad importante de dinero.
Otro argumento favorito -aunque también carente de sustento- es el que plantea una presunta dicotomía cualitativa entre el INE y los órganos electorales estatales: el primero sí garantiza la realización de elecciones democráticas, los segundos no.
Con los mismos argumentos de hace un lustro, la discusión sobre la “conveniencia” de desaparecer los OPLE’s ha vuelto a ser puesta sobre la mesa por los legisladores de Morena, con lo cual se ha convocado nuevamente al debate sobre el tema.
El recientemente nombrado consejero del Instituto Electoral de Coahuila, Juan Carlos Cisneros Ruiz, ha salido a “defender” la existencia de los órganos locales afirmando que estos “han contribuido a la democracia de este País, tan es así, que la mayor alternancia en gobernadores, congresos, alcaldes se ha dado en los últimos tres años desde que los OPLE’s iniciaron”.
Curiosa forma de argumentar a favor de los órganos electorales estatales, toda vez que la alternancia -o no- de partidos en el poder público nada tiene que ver con las responsabilidades de quien organiza las elecciones. De hecho, aceptar que la alternancia en el poder se debe a que los OPLE’s existen equivaldría a reconocer que influyen en el resultado de la elección.
Por otra parte, una de las entidades de la república desde la cual no es válido esgrimir el argumento de la alternancia es justamente Coahuila, aunque en este punto es necesario insistir en el hecho de que la alternancia es una decisión de los electores y no de las autoridades comiciales.
Valdría la pena que quienes tienen la responsabilidad de conducir las instituciones locales encargadas de garantizar el derecho al voto de los ciudadanos -así como otros derechos- se armaran con mejores argumentos antes de participar en una polémica que requiere un debate bien informado y no la repetición de los lugares comunes que ya atestiguamos en 2014.
Hay buenos argumentos para defender la existencia de los OPLE’s, de la misma forma que existen buenos argumentos para defender un modelo centralista de organización de elecciones. Pero se esperaría que quienes forman parte del entramado institucional a debate demostraran tener un poco de más “empaque” para debatir la cuestión.
Y es que si eso no ocurre, lo que veremos al final será la reedición de la fórmula con la cual los partidos han zanjado históricamente las discusiones: la imposición de la voluntad de quien tiene los votos para hacerlo.