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Ahora que abundan los propósitos y despropósitos de los candidatos presidenciales, es tiempo de empezar a reflexionar para distinguir las falacias y retóricas que podrían conducir al País a un negro abismo, es momento de empezar a documentarnos y profundizar en las propuestas que ofrecen estas personas para luego ejercer un voto razonado.
La corrupción, la impunidad, la intolerancia y la indiferencia social no pueden ser derrotadas con discursos o decretos, tampoco con propuestas o estrategias populistas que siempre derivan en realidades peores a las preexistentes ( y no dejo a un lado la precariedad y el hartazgo de lo actual), por la simple razón que estos males, como muchos otros que hacen de México un país corrupto y de inaceptables desigualdades, tienen raíces culturales y es, precisamente, la cultura lo que termina predominando ante los mejores deseos, propuestas y estrategias.
Si no cambiamos culturalmente a favor de México veo poco probable que el próximo sexenio genere cambios de progreso, bienestar y desarrollo en donde predomine la honestidad, tolerancia y el respeto a las leyes.
Por ello hay que trabajar en lo más poderoso de todo, en eso que los candidatos no hablan: en crear una cultura capaz de afrontar los retos políticos, sociales, tecnológicos y económicos que desafían al País.
La cultura es dinámica, por ello podemos modificarla y actualizarla acorde a las realidades de estos inéditos tiempos; ciertamente, sin dejar nuestro mestizaje, historia y los valores que nos identifican globalmente.
No de…
Me refiero a reforzar lo bueno que tenemos, pero también trabajar en construir una cultura no de conquistados, sino de conquistadores; no con un enfoque cerrado, sino abierto; no de fracasados, sino de triunfadores; no de subsidios, sino de productividad; no de dádivas, sino de ganarse lo propio; no de nepotismo, ni favoritismo, sino de mérito; no de indiferencia, sino de sensibilidad; no de fatalismo, sino de optimismo realista; no de informalidad, sino de formalidad; no de impuntualidad, sino de puntualidad; no en sentirnos inferiores, sino sabernos talentosos ciudadanos del mundo; edificar una cultura ya no basada en el pasado, sino enfocada en la creación deliberada de nuestro propio futuro.
En fin, construir una cultura capaz de generar una visión compartida en la que personalmente digamos “Yo soy México”, comprendiendo que la “pobreza es la negación de todos los derechos humanos fundamentales (y que ésta) no ha sido creada por los pobres, sino por un sistema que lo suscitó y le dio cabida”.
Una cultura enfocada en el orgullo de ser mexicanos; centrada en el talento, la productividad, la transparencia, la decencia, la honestidad y el bien común.
Romper mitos
Uno de los retos para logar una economía sostenible, consiste en romper con los mitos que están enraizados en nuestra cultura y que impiden emprender soluciones viables para millones de seres humanos que se encuentran marginados y que, cotidianamente, sufren la injusticia económica y marginación social.
Con justa razón el modelo económico actual es criticado por su incapacidad de generar, a una velocidad adecuada, posibilidades de empleo, ingreso y ahorro para la mayoría de las personas, ya que, entre otras cosas, el sistema capitalista y los bancos que lo sustentan, tal como lo conocemos en México, concentran el ingreso en poquísimas manos, provocando a su alrededor ausencia de oportunidades, pobreza y desigualdad.
¿Cambiar la cultura? Para muestra un botón
Tal vez pocos conozcan a Muhammad Yunus (Bangladesh, 1940) y a su organización Grameen Bank. Quizás muchos ignoran las causas por las cuales ambos recibieron el Premio Nobel de la Paz en 2006.
Muhammad es un economista indio quien estudió economía en Nueva Delhi y en los Estados Unidos. En 1972, empezó a dirigir el departamento de Economía Rural de la Universidad de Chittagong.
Acción
La pobreza de su país lo impulso a romper paradigmas y a emprender una guerra contra la indigencia cambiando la cultura financiara. Una lucha que lo llevó de los libros al campo, de la teoría a la práctica. De las elegantes teorías económicas a enfrentar el intolerable hecho que personas se mueren de hambre.
Esa penuria lo arrastró a pasar del pensar al hacer, en sus propias palabras: “sentí que quizás podía hacer algo. Podía ser sencillamente un ser humano y ser útil a otro ser humano. No se necesita un certificado para ser útil a otro ser humano, y no se tiene que leer libros de texto para hacerlo. Una relación de humanidad es suficiente para ello”.
Sinuoso camino
Con una lista de 42 nombres y 27 dólares la idea del micro crédito empezó su sinuosa marcha: << así que acudí al banco. Pensé que era la institución adecuada para esto. Se trataba del banco que estaba situado en el mismo campus donde daba clases. Cuando propuse al director que debía dar préstamos a los pobres del pueblo donde vivíamos todos, casi se cayó del cielo. No podía creer siquiera que lo había propuesto.
El director dijo: “Es imposible. No se puede hacer”. Yo dije: “¿Qué tiene de imposible? Es una cantidad tan pequeña de dinero que tendrá que dar que no les hará daño”. Dijo: “No, no es cuestión de hacernos daño. El dinero no es lo importante. No es la cantidad. Es sólo que en principio no puedo dar el dinero a los pobres”. Dije: “Eso es muy curioso porque se supone que se presta dinero a personas que lo necesitan, y ellos son los que lo necesitan”.
Dijo: “No, aunque lo necesiten, no pueden conseguir un préstamo bancario porque no son solventes”. Por tanto, tuve una gran discusión sobre quién merece recibir un crédito y quién no, pero se mantuvo en su postura de que un banco no puede prestar dinero a pobres porque no tienen solvencia.
Inolvidable lección
“Esa fue mi primera lección de banca y se me ha quedado. He estado luchando con esto durante los últimos 26 años y probablemente seguiré en el futuro intentando convencer al mundo de que los pobres merecen recibir un préstamo tanto como cualquier otro en el mundo. Los pobres son, en muchos casos, mucho más merecedores de un préstamo que los ricos”.
Entonces Yunus decidió prestar ese dinero a las 42 mujeres que querían iniciar actividades comerciales y artesanales. Los préstamos fueron devueltos a su vencimiento. Aquello animó a Yunus a ampliar el sistema de microcréditos.
Las premisas que fundamentan su operación son sencillas: sólo personas sin propiedades sobre terrenos pueden acceder a esos préstamos. los préstamos se hacen a mujeres y a grupos de al menos cinco personas de forma que haya entre ellas una posibilidad de ayuda mutua y cierta presión social que impulse a la devolución.
Así, en 1983, creó el Banco Grameen (rural), hoy tiene infinidad de sucursales por todo el mundo y es imitado por más otras organizaciones y gobienos.
Inaceptable
En relación a las ausencias pedagógicas que provocan en los jóvenes la imposibilidad para comprender las realidades de otras personas Muhammad comenta:
“Creamos instituciones y políticas basadas en la manera en que hacemos suposiciones sobre nosotros y otros. Aceptamos el hecho que siempre habrá pobres entre nosotros. Si hubiéramos creído que la pobreza es inaceptable para nosotros, y que no debe pertenecer a un mundo civilizado, habríamos creado instituciones y políticas apropiadas para crear un mundo sin pobreza (…) Si no estamos logrando algo, mi primera sospecha recae sobre la intensidad de nuestro deseo de lograrlo”.
Hacia la esperanza
Estoy de acuerdo. Podemos tener un México sin pobreza, pero hay generar la cultura que lo permita. En el campo de los microcréditos se ha caminado un tanto, pero para lograr una realidad generalizada, hay que cambiar la manera de pensar, siendo intolerantes con la desigualdad y las condiciones que la causan. Transformado también el sistema financiero nacional que se ha enfocado a favorecer a los que más tienen.
Es necesario restar poder a los monopolios y oligopolios que cotidianamente erosionan el desarrollo de México; es necesario que sistema financiero abandone su insensibilidad y soberbia para emprender acciones concretas hacia los que menos tienen, justamente como lo ha demostrado Yunes, el banquero de los pobres que fue capaz de cambiar una cultura basada en la impotencia e ignorancia a una enfocada en la prosperidad y la dignidad de las personas.
(Recomiendo: http://www.eumed.net/cursecon/textos/yunus_frdp.pdf)
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