Para un humanicidio inmóvil
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¿A QUIÉN MATAR?
Se dice homicidios y se piensa que es matar hombres.
Se dice feminicidios y se piensa que es matar mujeres. Habría que inventar el neologismo de humanicidio. Así quedaría la idea de quitar la vida al ser humano. Es el verdadero problema en toda su amplitud. El “no matarás” de la ley natural y del decálogo sinaítico presenta la vida humana como un límite a cualquier acción occisiva, es decir letal.
Y lo humano se da en lo femenino y en lo masculino, en el niño o niña aún no nacidos, en los infantes y en los adolescentes, en los jóvenes, en la edad madura y en los adultos mayores. Es vida humana desde el momento de la concepción hasta el último suspiro.
¿EXCEPCIONES?
El problema ha surgido porque se han ido enumerando las pretendidas excepciones. Matar en guerra “justa”, matar al declarado culpable de acción grave contra la sociedad, matar en defensa propia, matar al niño por nacer viéndolo como si fuera un injusto agresor que amenaza la vida de la madre, matar al niño o a la niña no deseados después de algunas semanas de gestación, matar a los aún no nacidos en cualquier semana de gestación. Matar a los que sufren intensamente en lugar de usar medios lenitivos, médicos, psicológicos y espirituales o, como en el nazismo, matar a los ancianos que se ven como inútiles.
¿ES GÉNERO, SEXO?
Si se hace un paro contra el humanicidio tendría que ser de hombres y mujeres en todas las etapas de la vida. Para recordar que ninguna vida humana puede ser suprimida voluntariamente. No es la mujer la única víctima ni es el hombre el único agresor. Se trata de que quienes viven intentan privar de la vida a otros humanos vivientes. No es cuestión ideológica ni de geometrías trasnochadas zurdas o derechas. Ni es asunto político como si la autoridad debiera sólo blindar a los ciudadanos, desarmar a todos, poner policía en cada esquina, instalar botón de pánico en los hogares y legislar cadenas perpetuas a asesinos.
‘NO MATARÁS’
El asunto es ético. Es la conciencia del “no matarás” actuante y multiplicando observantes. Así como se fue logrando en tantas ciudades eso de “ponga la basura en su lugar” y “maneje por la derecha y espere su luz”, así se trata de ir cancelando las opciones asesinas sin adicción a las inventadas “excepciones”.
El “me quiero quitar la vida” de los jóvenes suicidas se ha de sustituir por un “me quiero quitar la muerte”. Y si algo ha de morir que no seas tú sino tu egoísmo, tu miedo, tu rencor, tu prejuicio, tu apego desorbitado.
‘NO HAGAS A OTRO LO QUE NO QUISIERAS PARA TI’
La vida se genera, se protege, se respeta, se cuida, se educa, se capacita, se libera. Y el otro es el “tú” con lo que cada “yo” ha de construir un “nosotros”. La conversación, la comunicación y los medios de difusión hacen el ambiente. No ha de ser de crear desconfianzas, descalificaciones, rechazos y conflictos satanizando. Todo eso prepara la deshumanización. Se desconoce la comprensión el perdón, la reconciliación. Entonces el armado amenaza y el desarmado dispara con su palabra escrita o hablada. Lo que ha de matarse con matanza colectiva es la deshumanización. Y el verdadero paro no es no moverse sino dejar inmóvil al humanicidio que se ve desbordado y contaminante como virus coronado...