Perdón por sospechar
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Sin tener la menor embarrada de calidad moral, sin el menor atisbo de vergüenza, sin cara y sin tantita jefa que lo asistiera, tras la aplastante victoria de AMLO en las urnas, Rubén Moreira se arrogó el papel de paladín vigilante y designó a su partido como garante del cumplimiento de todas las promesas del que sería el nuevo gobierno, hoy conocido como la “4T. The Judgement Day”.
Quizás se acuerde de Rubén Ignacio Moreira, uno de los personajes más queridos y recurrentes de la fauna de esta Nación de Petatiux. Y quizás recuerde también el episodio que le refiero, acaecido a principios de agosto del año pasado, cuando dijo que la oferta política del tabasqueño era la de un “México ideal o fantástico”… en el cual “se podía vivir sin trabajar”.
Es decir, de acuerdo con el hoy diputado plurinominal, el marketing político deslumbró a los electores con una promesa poco realista. Agregó, no obstante, que no debíamos preocuparnos ya que allí estaba el PRI, para velar por nuestros intereses, ahora en su calidad de “oposición responsable”. (Le suplico guarde compostura, si se va a estar riendo mejor sálgase, que me distrae a los demás lectores).
Bien, López Obrador se juega sus activos de popularidad con cada una de sus temerarias medidas, decisiones, políticas y acciones de gobierno, sobre todo con esa de ofrecer conferencias de prensa diarias a las seis de la madrugada.
Pero justo cuando se echa a andar una de las estrategias clave de su administración, una tan arriesgada que incluso la cuestiona un importante sector de sus otrora incondicionales bienquerientes, una jugada tan peliaguda que no se percibe positivamente ni al interior ni al exterior del País y que la llamada chairiza defiende ya sólo porque es eso, o tragarse un plato de lengua; justo entonces, sale la fracción parlamentaria del PRI –sí, aquel partido del cretácico, todo horroroso– a brindarle su completo respaldo al Peje del Ejecutivo.
Hablamos por supuesto de la que parece ser la inminente creación de una Guardia Nacional Militarizada, el terror de chicos y grandes y la pesadilla de tantas naciones que han padecido el sanguinario rigor de un régimen castrense.
¿Y quién cree usted que fungió como vocero de este espaldarazo tricolor para nuestro tlatoani macuspano?
Exacto, nuestro bien amado y mejor recordado Rubén “Ghost Inc.” Moreira fue el portavoz –aunque parece más bien “polivoz”– de la adhesión del orgulloso Revolucionario Institucional, a nuestro ciudadano presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Por si no me lo cree, allí están los videos: uno, el del discurso que pronunció Moreira II, ante el pleno del Congreso, en el que no tuvo empacho en reconocer que la inseguridad y la violencia han hecho de México su presa. Y otro más que se tomó la molestia de grabar y subir a sus redes sociales en el cual externa las naturales inquietudes sobre el proyecto de la mentada Guardia Nacional, aunque deja bien en claro su voto en favor de la iniciativa presidencial –spoiler: aprovecha y le echa flores a Miguel Riquelme, porque en Coahuila estamos, según su propio decir, a toda madre–.
En estos video, Moreira actúa las líneas discursivas de un guión que alguien le mandó, ya que hace las veces de promotor de este proyecto y explica cómo se darán las mesas de trabajo y de discusión respectivas.
Está tan sospechosamente en sintonía con la agenda de Morena, en cada uno de los puntos, que Moreira Valdez se ve como un guiñol y por debajo se ve el brazo de AMLO “pupeteándolo”.
Perdón por pensar mal, pero nunca había visto a un priista tan diligente trabajando la agenda de un adversario político al que, ahora sí, están decididos a apoyar “si eso es bueno para México” –aplausos, música triunfal, disolvencia a negro, corren créditos: escrita y dirigida por…–.
Jamás lo pensé ver, ¡ja-más! Y en mi cortedad sólo alcanzo a elucubrar dos teorías eminentemente especulativas. Bueno, podría plantear más escenarios, pero involucran ya a la conspiración reptiliana y otros elementos del sci-fi. Así que me remitiré a las dos únicas que no parecen un malogrado cuento de Bradbury: la uno y la dos. ¿Cuál quieren que les exponga primero? Supongo que nos vamos en orden:
Uno: La Guardia Nacional es un proyecto tan bondadoso, perfectible quizás, pero en esencia noble, viable y de un inmediato impacto para la seguridad nacional y la erradicación de la violencia, que es imperioso votarlo, aprobarlo e implementarlo ipso facto –que quiere decir “en chinga”–. Es un proyecto ejemplar que zanjó de un plumazo las irreconciliables diferencias entre los partidos y logró incluso que el más mezquino de todos, el PRI, se sumara sin reservas a este esfuerzo en aras de la Patria, porque la Patria es primero.
Y dos: Que a Rubén –al igual que a un montón de priistas, con gruesas carpetas de trapacerías e irregularidades en sus pasadas gestiones– lo tienen bien agarrado de alguna parte especialmente dolorosa de su anatomía y es por ello que hoy canta la cumbia que le dicten y hasta la baila si se lo piden.
De la mentada Guardia ya nos ocuparemos más adelante. Por hoy es todo. Sólo quería hacer esta reflexión sobre nuestro amado exgobernador, no se me fuera a olvidar.
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