¿Permisión frente a provocación?
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Agresores haciendo destrozos y fuerza pública ausente o con presencia pasiva. Se considera una victoria.
No es una acción sino una omisión. La autocalificación conformista es aprobatoria. “No caímos en la provocación”, se comenta. La decisión improvisada vigente es ausencia policíaca o policía espectadora y pasiva. Y mientras tanto, aquellos, con capucha y frasco de pintarrajear y tubo, y varilla para romper escaparates y allanar espacios forzando puertas para saquear tiendas. Romper, golpear, destruir, incendiar son los verbos que conjugan.
La victoria de la fuerza pública, ¿es presentarse esforzada y actuante o no hacer presencia ni intervenir? ¿Dejar hacer, permisión, tolerancia? Thomas Mann dijo una vez aquello de: “La tolerancia es crimen cuando lo que se tolera es la maldad”. Se dice: “No se puede apagar el fuego con el fuego”, “no se vence la violencia con la violencia” y el histórico dicho: “Nada por la fuerza, todo por la razón y el diálogo: es la teoría que quiere explicar esa práctica de no actuar.
Pero se supone que el uso de la fuerza pública es la defensa propia de la sociedad cuando se han agotado los medios pacíficos.
Frente a una actitud terrorista muchos verían como inaceptable represión el enfrentamiento a la agresión con agresión y más con el uso de cualquier arma. La inteligente creatividad alemana nos hace ver, en un video de gran difusión, cómo se detiene a una horda de destructores en forma inteligente. No frente a las tiendas, sino en las arterias que llevan a la zona y a las calles vulnerables.
Es gente escogida de física joven y fuerte. Están adiestrados y protegidos para enfrentar el acoso de patadas y golpeteo con que quieren abrirse paso los atacantes. Se han entrenado y consiguen una coreografía que, vista desde un don, es una obra maestra de estrategia y táctica. Son no una fila sino varias. Con un bien pensado distanciamiento recíproco y el avance es directo. Después de unos minutos de manoteo y empujones, son sustituidos por la fila siguiente con un rápido desplazamiento.
Se hace un pasillo central para permitir el acceso de una columna de policía especializada en sofocar violencias en mítines. Llegan corriendo en dos filas y refuerzan a la primera línea defensiva, logrando así el retroceso de los atacantes. Es sólo la destreza y agilidad de los desplazamientos y la simultaneidad de la resistencia la que logra ahuyentar a los frustrados y ahora aterrados terroristas.
Así ni represión violenta ni pasividad espectadora. Entrenamiento hasta lograr esas técnicas profesionales, esa inesperada y sorpresivo avalancha humana disciplinada y compacta que cumple con su deber de poner orden sin lesionar derechos humanos.
Esa es la verdadera victoria. No se cae en la provocación con una represión violenta, pero tampoco se cae en la omisión de una mera expectación inoperante, con hedor a complicidad y a ineptitud...
Luferni
Claraboya