Perros sin dueño
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Una de tantas novedades y resultados directos de la llegada de la denominada 4T al poder es que de pronto vemos entre nosotros lo que parecen ser zombis que deambulan por calles, redes sociales y lugares de trabajo. Se les podría también denominar perros sin dueño. De pronto se dan cuenta que el sistema en el que se habían adaptado muestra cambios drásticos en las formas, en el fondo y en los personajes a cargo; y si aún no han encontrado o no quieren encontrar la manera de encontrarle forma al presidente López Obrador y su gobierno, de pronto caen en la nostalgia por un pasado que no fue bueno para el País en su conjunto y convierten a funcionarios mediocres, corruptos, o por lo menos grises, en héroes o dioses dignos de la mitología griega o de película de Marvel.
Es verdad, si uno quiere encontrarle áreas de oportunidad o defectos a la 4T, no es muy difícil lograrlo. Sin embargo, parecemos empeñados en comparar a AMLO y los suyos con personajes infalibles que ni siquiera existieron. Habla despacio, le quedan largos los pantalones, su edad avanzada, su gabinete con personajes de dudoso pasado, trae otros datos, predica desde el púlpito, vuela en avión comercial, anda en Jetta, le apuesta al petróleo y al carbón, entre otros, son algunos de los “detalles” que suenan con frecuencia entre este segmento de perros sin dueño que de pronto se encuentran que no hay quien les dé posada, porque los partidos opositores simplemente están como gallinas sin cabeza, destrozados, sin propuesta y sin líderes creíbles.
No es necesario que ese ciudadano haya estado viviendo del presupuesto para que se sienta perdido, decepcionado y hasta enojado. Se alimenta de noticias y de opiniones que solamente reafirman sus fobias y filias, que le hacen cada vez más difícil integrarse a una corriente de opinión que, si bien puede ser opositora o crítica, al menos pudiera ser constructiva y propositiva. No se trata de ser palero de la 4T, al contrario, es obligación moral de los ciudadanos ser capaces de ver lo bueno y lo malo. Ante la polarización que surge de las conferencias mañaneras, de algunos medios y comunicadores y de las múltiples “viudas” del ahora occiso triple eje (PRI, PAN y PRD), da la impresión que el segmento de los moderados se vuelve cada vez más pequeño. El País se vuelve binario y así como podemos hablar de zombis o perros sin dueño de un lado en relación a los huérfanos del sistema de antes, también podemos identificar a quienes son incapaces de reconocer que AMLO no es infalible. Nadie cede. AMLO no parece ser capaz, hasta ahora, de moderar sus adjetivos y no se ve cómo se baje de su campaña permanente. Por su parte, las viudas del triple eje que no han podido adaptarse después de la tragedia de 2018, seguramente seguirán endureciendo su postura para eventualmente llegar a extremos que pueden rayar en el golpismo, el sabotaje e incluso en la promoción o deseo del magnicidio.
Seguiremos viendo a los perros sin dueño a nuestro alrededor y lo peor que podemos hacer como sociedad es dejarlos a la deriva. También debemos exigir los que no estamos en alguno de los dos polos, que quienes tienen el poder reconozcan que es necesario reducir la distancia entre los extremos y eso requiere un esfuerzo por conciliar. Perderle el miedo al zombi, al perro que ladra sin cesar. Procuremos ser empáticos y promover el diálogo, la comparación de datos y razonamientos. Más debate y menos descalificación. Solo así podremos darle forma a una oposición valiosa como hace tiempo no tenemos y a una sociedad responsable que entienda que ahora hay, nos guste o no, un nuevo sheriff en el pueblo que seguro no responde bien a los ladridos y que bien pudiera –algún día– responder a las ideas desinteresadas a favor de un mejor país.