Prófugo del FBI acusado de homicidio forma parte de la disputa entre EU y Cuba
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Por más de 30 años, Ishmael Muslim Ali ha vivido una vida relativamente ordinaria y plena en Cuba. Ha enseñado inglés en las escuelas públicas del país, ha trabajado como traductor y formó una familia: un final tranquilo para un fugitivo internacional
En Junio el presidente Donald Trump anunció un freno a la apertura con Cuba si no se llegan a cumplir ciertas condiciones. Una de ellas es entregar a Ali, quién está en la lista de los más buscados del FBI por secuestrar un avión de American Airlines y huir a Cuba, escapando de varias sentencias de cadena perpetua por el asesinato de ocho personas.
Las otras demandas de Trump incluyen: elecciones libres y justas, que la oposición política se ha permitida y la apertura económica. Sin embargo, también se exige la extradición de todos los convictos estadounidenses que han huido a la isla en busca de asilo.
Entre ese grupo se encuentra: Assata Shakar, quien escapó de la prisión mientras cumplía una cadena perpetua por el asesinato de un policía de Nueva Jersey, y alrededor de otras 70 personas que se han refugiado en Cuba.
Sin embargo, el gobierno cubano ha dejado claro que la extradición de los aislados no es un tema que se pueda negociar, al igual que las otras demandas presentadas por Trump.
En una entrevista telefónica para New York Times, Ali de 69 años declaró que confía en que las autoridades cubanas no lo enviarán a Estados Unidos. “Después de todo, la actitud de Trump constituye un retorno a la vieja animadversión de la Guerra Fría que solo cdonsiguió endurecer la postura del gobierno cubano.
La historia comenzó el 6 de Septiembre de 1972, en Santa Cruz, que forma parte de las islas vírgenes que son territorio estadounidense, cuando cinco enmascarados mataron a ocho personas en un elegante club de golf propiedad de los Rockefeller.
Poco después de los asesinatos, Ali (conocido como Ronald Labeet) fue arrestado junto con cuatro personas, acusados del crimen. Cuando concluyó el juicio, casi un año después; todos fueron condenados a ocho cadenas perpetuas y 90 años adicionales. Ali se mantuvo firme en su declaración de inocencia y argumento que su juicio estuvo sesgado en su contra.
Después de ser condenado, Ali luchó para que lo dejaran regresar a Santa Cruz. Después de una década, se le envió de regreso a la isla, solo para los trámites de una demanda civil que el, había interpuesto en que aseguraba que se habían violado sus derechos al confinarlo en aislamiento durante 90 días. Se le otorgó la demanda y fue puesto a bordo de un avión comercial de American Airlines que debía llegar a Nueva York el 31 de Diciembre de 1984.
Ali, fue varias veces al baño argumentando dolor estomacal. La última vea, salió del baño con una pistola y tomó el mando del avión forzando que aterrizara en La Habana. En cuanto aterrizó, se lo llevaron detenido las autoridades cubanas.
Lo sentenciaron en Cuba a diez años de prisión por secuestrar el avión. Se le otorgó la libertad anticipada por buena conducta y cumplió siete años detrás de las rejas. Al salir se le concedió el asilo a petición de Shakur.
“Llevo una vida tranquila; he estado casado dos veces. Tengo hijos y una familia aquí”, dijo. “No me puedo quejar. Realmente estoy agradecido con el gobierno y el pueblo cubano por la forma en que me han tratado”.
Los expertos sostienen que si Estados Unidos solicita la extradición de esas personas, Cuba puede hacer lo mismo. Eso podría incluir la entrega de Luis Posada Carriles, un cubano relacionado con la CIA que vive en Estados Unidos pero es buscado por el gobierno cubano debido a, entre otras cosas, su posible participación en el ataque con una bomba que mató a 73 personas en un avión cubano de pasajeros.
Con información de The New York Times