¿Qué hacer? ¿A dónde correr, cómo tomar sabias decisiones con el errático gobernar de AMLO?
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¿Tomaría sus decisiones cotidianas con base en mentiras sobadas de López Obrador y san Hugo López-Gatell?
Con Andrés Manuel López Obrador, ¿qué hacer?, ¿a dónde correr?, ¿cómo tomar sabias decisiones para una vida futura con su errático andar y gobernar? ¿Con AMLO como Presidente, usted va a invertir en cuantioso negocio, usted va a comprar un auto nuevo, una residencia de verano? Con la manera de gobernar de AMLO y sus claques, ¿usted va a planear sus vacaciones, usted va a iniciar nuevo negocio y se va aventurar con inversiones en Yucatán, en Campeche, en Puebla, en Guanajuato, en Tabasco?
¿Soy un amargado? Sin duda, pero parte de eso es mi trabajo, precisamente. La labor del periodista, el trabajo del crítico literario, del crítico de arte y cine; en general, es la labor y arte del crítico artístico. Es ver siempre el prietito en el arroz inmaculado del gobierno o la empresa en turno. ¿De qué lado debe de estar el periodista, debe de ser objetivo o subjetivo, parcial, justo o injusto? Hay una sola divisa: el periodista siempre debe de estar del lado de los más necesitados, de los pobres, de los jodidos. Y claro, debe de buscar siempre esa huidiza verdad. ¿Para qué sirve lo anterior en tiempos de odios, traiciones, resentimientos, visión maniquea de todo y en tiempos abyectos de servilismo hacia el cacique en el Gobierno Federal en turno? Lo anterior sirve para dos cosas: ser libres, ejercer la libertad y tomar las mejores decisiones en nuestra vida cotidiana.
Basada su toma de decisiones en la arrogancia de ser un cacique, ensoberbecido en su accionar cotidiano y apelando al amor, a las estampitas milagrosas, a los afiches, a los escapularios y dando lecciones morales y regaños a los poderosos y temidos narcotraficantes al reconvenirles que se “porten bien y piensen en sus mamacitas”, AMLO encarna al clásico presidente latinoamericano que se creía desaparecido de la fauna política del continente. Un presidente que “gobierna” con un código moral personal (él, al igual que Moisés al bajar del Sinaí con las 10 leyes, también bajó de Palacio Nacional con un decálogo de risa loca), pero que no quiere saber nada de leyes, salvo cuando a él y a los suyos les convenga.
Ante un Presidente que gobierna de acuerdo con sus cuatro humores (bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre), ¿cómo saber de qué humor se levantó hoy, de qué humor se levantará mañana? Esto no lo sé, ¿cómo adivinarlo? Pues imposible. Esto sí, todo mundo lo sabe. Tan grave es lo anterior que Christopher Landau, embajador de Estados Unidos en México, en días pasados pronunció en su conferencia dentro del “Informe COVID-Industrial” de la Concamin unas duras palabras que fueron replicadas en todo el mundo. Aunque luego trató de enmendarlas y matizarlas, el mensaje fue rudo, contundente y duro: no es momento para invertir en México.
ESQUINA-BAJAN
“Abrazos y no balazos”, dijo algún día nuestro Mesías tropical, me recuerda vía mensaje corto SMS, el compañero de los medios de comunicación, Orlando Naúm Rodríguez. Tiene razón el avispado y joven maestro. La violencia arrasa y arrastra a todo el País. Es más letal que el bicho chino de ojos rasgados. Pero… la muerte ya tiene permiso en México con el avance sin freno del COVID-19. Se lo dije en texto pasado: san Hugo López-Gatell, autorizado por AMLO, cuando inició la pandemia se dedicó (aún hoy) a administrar la derrota. Derrota inminente. Inició mintiendo, como su patrón AMLO. De 800 a mil muertos programados en su imaginación, luego se pasó a tres mil muertos. Para el sábado 25 de abril, se habló de que la pandemia podría causar hasta 8 mil muertes. No más.
Al día de hoy, cuando redacto estas notas, ya frisamos la barrera de los 30 mil mexicanos fallecidos por la mordedura del bicho chino. Estamos al mismo nivel que los peores países de Europa. Entonces, ¿usted tomaría sus decisiones cotidianas con base en mentiras sobadas de Andrés Manuel López Obrador y san Hugo López-Gatell? Ellos decían que todo estaba controlado y que serían alrededor de mil muertos. Ya rondamos los 30 mil y esto no va a parar. No va a parar mientras el gobierno de AMLO no entienda que esto debe de controlarse de tajo y el tajo es saber quién está infectado y quién no: haciendo pruebas. Pruebas que el Gobierno Federal se ha negado a realizar. Hay un motivo: el miedo de aceptar públicamente que no hay control.
“Abrazos y no balazos”, dijo pachanguera y tabasqueñamente AMLO, trivializando un problema de miles de asesinatos y vidas desgraciadas de mujeres violadas, asesinadas; niños entregados al hampa, violados, mutilados, desaparecidos. A todos ellos se les arrebató no la inocencia, sino la vida misma. Contra la delincuencia organizada, ni hay voluntad de combatirla ni estrategia. Es mejor dejarla hacer. Que operen a sus anchas. ¿Busca usted invertir pesos que le sobran? ¿Los va a invertir en Colima, en Guanajuato? Ambas tierras bellas las cuales conozco en mis andanzas.
Tome usted bien su decisión, señor lector. En ambas, el crimen organizado es ley y norma. En el primer cuatrimestre de este 2020, Guanajuato ocupa el lugar segundo en el mayor ranking nacional de asesinatos por cada 100 mil habitantes (74.5). ¿El primero? Colima, donde no hay ningún edifico mayor de dos pisos. Aquí hay un registro de 100.8 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Y no estamos en guerra y hay que darnos “abrazos y no balazos”. Y usted lo sabe, aquí acaban de asesinar a tiros al juez Uriel Villegas Ortiz y a su esposa, en su propia casa. Hay impunidad, nada de miedo ni temor de caer en manos de la policía. La desvirgada que les acaban de dar a los defeños en su Paseo de la Reforma es un reto. Reto directo.
LETRAS MINÚSCULAS
Con AMLO, ¿qué hacer? ¿A dónde correr, cómo tomar sabias decisiones para una vida futura con su errático gobernar?