¿Qué le pasa a la gente? De plano, no entiende
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En esta Navidad, ven la tempestad y no se hincan. A lo mejor se creyeron eso de que vendrá el gobierno "bueno" a cuidarnos del méndigo bicho.
Mucha fiesta, muchos regalitos, mucha salidera sin necesidad, van a hacer que la cuesta de enerhambre se convierta en un abismo.. y no solo en lo económico.
Les platico algunas de las expresiones visuales que recolectamos durante un recorrido que -cual astronautas, por la vestimenta- realizamos por calles del centro de Monterrey.
Prometo que con la venia de mis editores, por ahí del mediodía escribiré la 2a parte, sobre un recorrido que haremos en alguno de los centros comerciales llamados "fifí" por el presidente López Obrador. Anticipo que nos encontraremos con algo parecido a lo que aquí les narro.
En esta inusual Navidad, la gente está volcada sobre las compras como si nada pasara. Como si la curva de contagios y de muertes por el COVID-19 se hubiere aplanado, como si el nefasto López-Gatell estuviera haciendo bien su chamba.
Por más que AMLO lo siga defendiendo, el protagónico sub secretario de salud sigue pletórico de mensajes contradictorios que confunden al pueblo "bueno", baboseando de lo lindo, y no quiero saber cómo va a estar de mamón en los próximos días, después de que el huésped de la suite presidencial del Palacio Nacional volvió a meter el hombro por él, diciendo en su mañanera que le cae rete gordo que sigamos criticando a éste epidemiólogo de pacotilla que ni su propio primo @IrvingGatell y muchos de sus familiares, quieren.
"No hay más gloria que la muerte", solía decir mi abuela la soldadera, antes de subirse al tren de la Revolución para hacerla de maestra de cuartel de los hijos de los "Juanes" y de sus "Adelitas".
Para escribir este artículo, me di a la tarea de desafiar las burlas de quienes me veían ataviado cual vástago de la NASA y me topé con que la gente de plano no está agarrando la onda, al comprobar lo que ya es bien sabido en el colectivo popular mexicano: "primero muertos que sin fiesta".
O se sienten inmortales o de plano les vale madre contagiarse para llevar al bicho a sus casas, donde por más que sus familiares más precavidos y sensatos guarden todas las precauciones, éstos temerarios irracionales los arriesgan irresponsablemente.
Los tumultos son inexplicables y creo que hoy en el mero 24 la cosa se va a poner peor. Por eso quiero darme la vuelta otra vez para comprobar semejante hipótesis hija mal nacida de la irracionalidad.
A los mexicanos tan devotos que andan de puesto en puesto surtiéndose para la Nochebuena, me dan ganar de decirles que el Dios al que se encomiendan, está ocupadísimo en este año de la peste.
No pueden andar el hijo de María y José, ni la Virgen ni todos los santos, de tienda en tienda, de mercado en mercado, de mall en mall, cuidando a soberanos idiotas que no agarran la onda de que estamos en guerra contra un enemigo invisible.
En tiempos de guerra, nadie le anda diciendo a la gente que se quede en casa por decreto. La gente se encierra en su casa por motu proprio.
Cuando hay guerra, no andamos invocando nuestro derecho a la libertad; voluntariamente la abandonamos porque queremos sobrevivir.
Durante una guerra, nadie se queja de que tiene hambre. Si ese día tenemos un pan en la mesa y otro al siguiente, damos gracias al cielo.
Ey, señores comerciantes que claman plañideramente porque se los está llevando el rancho de YSQ, cuando hay guerra se cierra el tendajo para sobrevivir y no ser saqueado.
En ese escenario, el enemigo se hace visible de muchas formas. Si nos apunta desde el frente, lo vemos; si lo hace desde atrás, también; por arriba o por abajo, por todos lados le vemos la cara.
La diferencia es que hoy, vivimos una guerra contra un enemigo INVISIBLE y ni así la gente quiere agarrar la onda de no salir, si no es estrictamente indispensable.
Ni modo. A ver con qué números de contagiados y muertes cierra este pandémico 2020 y que no nos extrañe que el 2021 arranque con un montón de embichados, otros fallecidos y muchos más arrepentidos; pero eso sí, todos bien enfiestados.
CAJÓN DE SASTRE
"En la madre y que el Dios de Spinoza nos agarre confesados", dice la irreverente de mi Gaby y ni ella ni su servidor les deseamos todavía Feliz Navidad, sino hasta más tarde..."