Que no sea moda
COMPARTIR
TEMAS
Y lo que sigue. Luego de haber sido testigos, la mayoría desde el Valle de Saltillo, y quienes se adentraron a la Sierra, de primera fila, del incendio que acabó con más de 450 hectáreas de Zapalinamé, la reflexión está ahora en lo que haremos para lograr una mayor conciencia sobre la importancia de resguardar tan valioso bien natural. Se hicieron largas las horas esperando la noticia de que al fin pudiera ser sofocado. Y muchos saltillenses participaron con botellas de agua y de suero para los valientes y esforzados brigadistas que palmo a palmo pusieron compromiso y sacrificio. Pero, ¿qué sigue? Esperemos que la tragedia ecológica haya hecho cobrar conciencia, una mayor conciencia. Y esto no se convierta en tema de moda. Como temas de moda han sido muchos a lo largo del tiempo. Cuando hace nuebe años la influenza cobró víctimas a lo largo de todo el País, de otra cosa no se hablaba y la gente cuidó de la higiene como nunca antes. Hoy, me pregunto cuántos seguirán las mismas indicaciones que se dieron entonces. La amenaza permanece, quizá no con la frecuencia con que ocurrió hace ya casi una década, pero siguen presentándose casos de esta mortal enfermedad. De igual manera, parecen ser temas de moda los que motivaban a las campañas de “Mochila Segura”. Las escuelas se vieron obligadas por un tiempo a asegurar la revisión de las mochilas de los estudiantes luego de muestras de inseguridad y también, precisamente, por el tema expuesto antes, el mismo de la influenza. En áreas escolares e incluso las iglesias flotaba en el ambiente el aroma despedido por los antibacteriales. ¿Qué otros temas parecen haber pertenecido a las modas? De un momento a otro, todo mundo habla de los suicidios en Saltillo, y entonces aparecen propuestas de programas, de campañas, de información a la población. Muchos de ellos quedan en nada. Como, también, en el caso del tema de vialidad en la ciudad. Se toman medidas inmediatas, se asegura cierto tipo de lineamientos, empiezan a operar algunos mecanismos de control. Pero de nuevo, pasado el tiempo, la vialidad continúa hecha un desastre. Los niveles altos de velocidad, la irresponsabilidad de los conductores de camión, escribir mensajes mientras se maneja, checando el celular, bebés y niños sin la adecuada protección: que no tienen silla apropiada, otros sin cinturón de seguridad, unos más asomando la cabeza por la ventanilla. Antes, durante y después del incendio, muchos se preguntaron qué pueden hacer los saltillenses para formar parte del cuidado de las montañas que nos circundan, el entramado de la bellísima Sierra Madre Oriental. Algunos proponen que Aguas de Saltillo agregue de manera obligatoria una cantidad adicional destinada al cuidado y mantenimiento de la sierra, principal proveedora de agua de nuestra ciudad. Otros, formar brigadas y auxiliar en el mantenimiento y la limpieza. Llevar cursos sobre cuidado del medio ambiente a las escuelas y contagiar a nuestros estudiantes del amor por su entorno natural inmediato. Las autoridades, definitivamente, hacer respetar las cotas de altura de la Sierra. Que, comprometidas con el medio ambiente, se dejen de dar permisos para fraccionar donde se invaden nuestras montañas. ¡Qué doloroso espectáculo ofrecen a las que se les ha destruido el entorno natural a sus faldas! El domingo visité la Sierra Hermosa, que se ubica tras la Sierra de Zapalinamé. La vida transcurre tan plácidamente y ajena al tráfago de quienes están invadiéndola por el lado que a nosotros nos toca ver de frente, desde el Valle de Saltillo. Ojalá que el insaciable apetito modernizador no destruya comunidades que viven, como Saltillo, del agua que surte la hermosa Zapalinamé. UNA DECISIÓN ACERTADA La de hacer efectiva la prohibición de las conocidas como “nalgadas” a los niños en nuestro Estado. Quienes se oponen a la decisión de inmediato desahogaron su irritación. Algunos recordaron años de infancia y se preguntan perplejos cómo será la educación ahora para los niños que deben ser corregidos. Pero educar no tiene por qué llevar consigo la violencia. La violencia engendra, se sabe, violencia. Y una nalgada, además de humillante, lo es. ¿No podemos ser capaces de hacer entender a lo que más amamos, que son los hijos, de una manera amorosa? Ahora bien, con esta decisión, se trata de evitar que una violencia que para algunos es aparentemente inofensiva, se convierta en un hecho mayor. Ya enojados, muchos padres o familiares pasan de la nalgada a hechos criminales. Un gran número de personas declara que mataron a sus hijos o hijastros al ver que no se calmaban de un llanto sostenido. Golpearlos, han dicho, no servía de nada para lograr que dejaran de llorar. La violencia va en ascenso. Y de eso tenemos muchas muestras en nuestro País. Así, la decisión de castigarlas es pertinente y necesaria.