Que se demuestren las lecciones aprendidas
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Ingresó la Guardia Nacional tanto a Coahuila como a Durango en un momento donde ambos territorios estatales padecieron un brote preocupante de hechos delictivos. Los municipios laguneros no estuvieron exentos. La semana pasada, en esta columna, nos habíamos referido a la necesidad urgente de que hubiera certezas en materia de seguridad, de modo que la inercia violenta que vive el País, con el repunte cada vez más acentuado de homicidios dolosos, no se reflejara en entidades o regiones que habían tenido una recuperación en los últimos años, como es el caso de La Laguna y otros municipios coahuilenses.
En ese sentido, las alarmas siguen encendidas. A la fecha, según datos de la Fiscalía General de Coahuila dados a conocer esta semana en el marco del Plan Regional de Seguridad Ciudadana, en Torreón han ocurrido 62 homicidios dolosos en lo que va del año. La cifra representa ya el 67 por ciento de los casos de todo el 2018, que cerró con 92. A nivel estatal, los homicidios en Coahuila suman 186 en lo que va de 2019, por lo que de continuar la tendencia, se podría superar el total de 2018, que fue de 186. El dato alentador es que el robo, en todas sus modalidades, disminuyó 62 por ciento.
Ese es apenas un atisbo del contexto en el que la Guardia Nacional entró a este territorio. Esta semana ha sido noticia el hallazgo de un cuerpo encobijado en Torreón, la privación ilegal de la libertad del empresario Emilio Murra en Gómez Palacio y del magistrado Jorge Armando Wong y otras siete personas en el municipio de Lerdo. Las autoridades de Durango confirmaron que todas las víctimas fueron liberadas pero ningún caso se tipificó como secuestro, ya que no hubo petición de rescate, por lo que esos casos no entrarán en el registro de ese delito en particular, pese a haber sido privaciones ilegales de la libertad. Luego de conocerse estos hechos, el coordinador de las Mesas de Seguridad en La Laguna de Durango, Gerardo Ibarra, señaló que hay casos preocupantes de una modalidad de robo de vehículo en el que la víctima también es privada de la libertad para evitar que se ponga en contacto con las autoridades.
A todo lo anterior se suma otra agresión a corporaciones de seguridad, esta vez en Durango, cuando elementos de la policía estatal fueron atacados en la comunidad del Mezquital. Dos agentes perdieron la vida y cuatro más resultaron heridos. Ayer, el gobernador de Durango, José Rosas Aispuro, expresaba el discurso habitual de cualquier autoridad en estos casos: que las agresiones son una muestra de que las fuerzas de seguridad están haciendo su trabajo.
El modelo de seguridad que se implementó en La Laguna, a través de un Mando Especial, se ha calificado de exitoso incluso por el presidente Andrés Manuel López Obrador. El general Enrique Hernández Cisneros, jefe de la estrategia, dijo que pese a todos estos hechos que cimbraron la región en los últimos días (y que no constituyen los únicos que han hecho temer una escalada violenta), el ambiente en términos generales es de calma, además de que no son elementos suficientes para pensar que pueda haber una desestabilización en el tema de seguridad.
Ojalá que se trate de un mensaje sustentado y no una señal de que el problema se está minimizando. Hace años, antes de que La Laguna se convirtiera en una de las zonas más violentas del País, las autoridades de aquel entonces se cansaron de menospreciar las señales y de calificar como “hechos aislados” los brotes de inusitada violencia, hasta que la situación se desbordó. El contexto ahora es diferente y ha sido notorio que hay lecciones aprendidas, pero los resultados se dieron sólo hasta que se fortaleció la coordinación entre corporaciones. Ahora mismo, al menos de inicio, ninguna autoridad local tiene pleno conocimiento de qué está haciendo la Guardia Nacional, de cómo se desplegará, de cuántos elementos han ingresado y cuántos más ingresarán, de cómo complementarán las acciones en contra de la delincuencia con las del tema migratorio, de cómo compaginarán operativos con las corporaciones locales.
Así fue en su momento con la Policía Federal: no se informaba de cambios de mandos regionales o rotaciones de elementos ni de acciones específicas, simplemente se atestiguaba su despliegue, e incluso se llegaron a enfrentar con policías municipales; mientras no hubo cohesión no hubo resultados contundentes. Ojalá que esa sea una de las lecciones aprendidas.