Refugiados en la frontera: ¿son ya una contingencia?
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Hace ya algunas semanas que la información relativa a la creciente llegada de migrantes, de diferentes partes del mundo, a la frontera de Coahuila se acumula. A partir de dicha información se ha reiterado la necesidad de contar con una estrategia de atención al fenómeno, a fin de evitar que se convierta en un problema para la ciudad de Piedras Negras.
El reporte que publicamos en esta edición constituye una nueva llamada de atención a las autoridades respecto de la necesidad de reaccionar adecuadamente, pues los datos son preocupantes: 9 de cada 10 migrantes que están solicitando asilo en los Estados Unidos son rechazados por las autoridades migratorias del vecino país.
La situación parte de un hecho concreto: por la razón que sea, el número de personas que están escogiendo la frontera de Coahuila para tratar de ingresar a los Estados Unidos, a partir de una petición de asilo, está creciendo y el rechazo de las peticiones por parte de las autoridades migratorias estadounidenses produce resultados indeseables.
Por un lado, los inmigrantes cuya petición es rechazada permanecen en territorio mexicano y su presencia en Piedras Negras implica que requieren un lugar donde vivir, así como atención a sus necesidades básicas. Por el otro, no pocos están intentando ingresar ilegalmente a territorio estadounidense y ello implica correr el riesgo de cruzar el Río Bravo, lo cual ha provocado ya 19 muertes tan sólo este mes.
Mientras eso ocurre, la información disponible indica que siguen siendo básicamente las organizaciones civiles las que están prestando ayuda humanitaria a los migrantes que llegan de lugares tan distantes como Camerún, el Congo o Argelia, pero también de países latinoamericanos como Venezuela, Cuba, Colombia y Honduras.
Ignorar la situación no hará que ésta mejore, sino al contrario. Soslayar los hechos provocará, más temprano que tarde, efectos indeseables en la frontera coahuilense cuya capacidad para absorber el flujo migratorio, bloqueado por las autoridades de los Estados Unidos, es limitada.
¿Cuántas personas pueden permanecer en Piedras Negras, y por cuánto tiempo, en tanto se define su situación legal? ¿Cuáles son las opciones que tiene el Estado Mexicano para atender la situación? ¿Existe un plan coordinado de los tres órdenes de gobierno para hacer frente a una eventual contingencia migratoria?
Son múltiples las lecciones, surgidas en diferentes lugares del mundo, que ilustran sobre los efectos indeseables que puede acarrear la migración desordenada que provocan los conflictos armados o las crisis económicas y políticas. En México no deberíamos esperar a que la situación ingrese al territorio de la crisis para reaccionar.
No se trata, como se ha dicho anteriormente, de negar la ayuda humanitaria a quienes, empujados por la necesidad, han llegado hasta nuestro territorio. De lo que se trata es de actuar responsablemente para atajar a tiempo las consecuencias negativas que el flujo migratorio creciente puede tener para la región y la entidad.