Sapiencia y demencia
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Los maniqueos lo inventaron y lo vivieron.
Decían que había dos dioses. Uno bueno y otro pésimo. El bueno creó lo espiritual y el malo lo material. Hay una tensión maniquea entre cuerpo y alma, entre materia y espíritu. La agudeza del joven Agustín, los desconcertó. Afirmó que el mal no puede ser creado porque no tiene ninguna entidad, sólo es carencia de bien.
En un buen artículo, Boff hace el diagnóstico de las tensiones en Brasil.
Añado todavía un argumento de orden antropológico-filosófico que dice: “para comprender la irrupción de amores y odios en esta campaña electoral. Se trata de la ambigüedad frontal de la condición humana. Cada uno posee su dimensión de luz y de sombra, sim-bólica (que une) y dia-bólica (que divide). Los modernos dicen que somos simultáneamente sapientes y dementes (Morin), es decir, personas de racionalidad y bondad, y al mismo tiempo, de irracionalidad y maldad”.
Quien se asoma un poco a la prensa o es asiduo a la algarabía de las redes sociales, advierte inmediatamente la dicotomía, la polarización, el antagonismo y el conflicto de quienes piensan ser luminosos y descalifican a los que juzgan ensombrecidos. Brilla por su ausencia lo simbólico que une y predomina lo día-bólico que desune. Se inventan palabrejas como dardos neologistas o etiquetas de burla para embarrar –con apodos y motes– a quienes ven como adversarios.
El pensador brasileño aclara: “Esta situación no es un defecto de la creación, sino una característica de la condición humana. Cada uno tiene que saber equilibrar estas dos fuerzas, y dar primacía a las dimensiones de luz sobre las de sombra, y a las de sapiente sobre las de demente”. Entre sapiencia y demencia se da esa perplejidad desequilibrada que tarda en atreverse a no acentuar la oposición sino subrayar la complementariedad de lo diferente.
En una época y en una cultura que subrayan tanto la competencia y siempre clasifican a perdedores y ganadores, no se asciende al nivel de integración, de ensamblaje, de unir lo diverso, como sucede en la Creación. La lección eléctrica es que sólo surge la luz cuando se une el polo negativo al positivo y en lo biológico sólo surge la vida en la unión que complementa. La descalificación, la exclusión, cae en la trampa dilemática. Café o leche. Nunca café con leche. Blanco o negro, nunca gris. Congelación o quemadura, nunca lo templado tolerable.
Un claro síntoma de madurez electoral es distinguir bien la campaña de la etapa siguiente en que ya hay evidente decisión mayoritaria. Se priva de sapiencia la actitud que queda ensombrecida por la demencia. Frecuentemente los televidentes observan, en mesas que debieran ser de diálogo, la incapacidad para escuchar que padecen los participantes. Los ven interrumpiendo, atropellando, gritando a quien presenta una opinión contraria.
Es deseable que se supere esta inmadurez relacional. Una comunicación equilibrada en los medios de difusión de quienes protagonizan el servicio público será siempre bienvenida. Y la presencia de la cortesía –aún en señalamientos drásticos– le daría a las redes sociales una atmósfera respirable de libertad ennoblecida...