¡Se tenía que decir…!
COMPARTIR
TEMAS
En cosa de unos pocos días, todos habremos de convertirnos expertos en el manejo de redes.
-¿Ya ve, jefa? ¡Y usté que decía que era yo un inútil bueno para nada!
Y es que está a punto de entrar en vigor un reglamento que prohíbe la utilización de bolsas desechables de plástico en comercios y tiendas de autoservicio, por lo que nos veremos en la necesidad de desempolvar la vieja “rede” de la abuela y aprender a utilizarla como verdaderos expertos.
– ¡No me pegue, jefita! ¡Era un chiste, ni aguanta nada!
Esta medida vendría a ser nuestra humilde contribución, o mejor dicho, un modesto gesto de compromiso con el maltrecho medio ambiente que, dicho sea de paso, es cruel y vengativo, ya que se está cobrando las afrentas pasadas con tremendos calorones que traen al otrora siempre fresco Saltillito como cuarentona con “boshornos”.
Hemos de reconocer que sí era necesario bajarle al uso indiscriminado de bolsas, con el que desde hace un par de décadas venimos prolongándonosla muy canijo.
Pero hasta esta medida inocente y encomiable tiene sus bemoles y sostenidos y es misión de la Nación Petatiux el enunciarlos, a saber:
Primero: un considerable porcentaje de las bolsas son reutilizadas en el hogar, principalmente como forro de las cestas de basura. Nadie puede decir que no se reutilizan, cuando todos aquí tenemos en casa una gran Bolsa Madre que contiene todas las demás bolsas de diferentes colores, calibres y tamaños.
Si nos quitan las bolsas del súper, ¿con qué vamos a suplir esas funciones?
¿Cómo o con qué vamos a manejar toda la basura que habitualmente manipulamos con las bolsas gratis del súper? Pues nada, que habrá que comprar bolsas para dichos propósito ex profeso y habremos empatado cero a cero con el Ecoloco.
Pero los días nos responderán con mayor precisión esa interrogante. Por lo pronto guardaré las bolsas que pueda, ya que se pueden volver muy codiciadas o incluso coleccionables. No descarto subastar algunas por e-Bay y vivir de eso.
Las bolsas no sólo son contaminantes, son además horrorosas y como que hay una pugna entre cadenas comerciales por ver quién utiliza el color más pinche.
En efecto, las bolsas son todo lo nocivas y feas que guste. Pero no son el principal problema o, para decirlo de otra manera, sólo constituyen una parte ínfima del problema.
Son las bolsas, sí, pero también los popotes, cubiertos y utensilios desechables, empaques y envases de todo tipo, sobre todo botellas de pet, pañales, las cápsulas de café -¡no se pasen! ¿quién inventó semejante idiotez?-, la basura resultante de nuestros gadgets tecnológicos, las chichis de teibolera, los discos de Arjona, etcétera.
Y ese apartado de subproductos y derivados del petróleo es a su vez tan sólo uno de los muchos frentes a atacar ante el apocalipsis ambiental que tenemos cocinando en la estufa y que ya huele sabroso, como a extinción.
¿Por qué solo las bolsas -a las que además hay que concederles la mencionada gracia de la vesrsatilidad-? ¿Qué hay de todo lo demás?
¡Ah, vaya! Es que debe ser más fácil obligar a un pequeño comerciante que a una gran embotelladora para que deje de vendernos envasado lo que antes bebíamos pegados de una llave: agua.
Son huevitos lo que presumirá la autoridad, cuando obligue con inspectores y amenaza de multa a un locatario de mercado o no utilizar bolsas de polietileno; pero será precisamente lo que le faltará a la hora de meter en cintura a alguna empresa o corporativo que ensucie el agua, la tierra o el aire a escala masiva.
Se dice además que lo peor de la contaminación se deriva de los residuos orgánicos que generan metano durante su descomposición y que es mucho peor que los gases que produce todo el parque vehicular.
¿Cuándo se va a meter en orden todo lo concerniente a la basura?
¿Nos vamos a auto congratular y darnos palmaditas en la conciencia por dejar de usar bolsitas? ¿Porque “peor es no hacer nada”, porque “es un buen primer paso”?
No, entrarle al tema ecológico sí es urgente, pero tiene que ser con un programa integral, de cambios forzosos, apremiantes, drásticos y no pocos dolorosos e incómodos.
De lo contrario nos vamos a ver como los gringos, que son muy conscientes de las bolsitas, pero desperdician el 40 por ciento de la comida.
Los cambios cosméticos son peor que la inacción, porque hacen creer a la población que ya se está haciendo algo, que se está arreglando el problema mientras continúa agigantándose.
O díganle al calorón que ahorita los hace desconocer hasta la tierra donde nacieron que ya no están usando bolsitas. A ver qué les responde.
Además, no nos hagamos mensos. La medida ecológica más efectiva es no traer más niños al mundo. Así que si está pensando lo que creo que está pensando, ¡no! Se lo prohíbo terminantemente, en nombre del planeta y la humanidad. Si puede regrese uno o dos niños con la cigüeña, o con Amazon, o como los haya pedido; diga sí al aborto y recuerde que ser gay también es eco friendly. Ni modo, ¡se tenía que decir y se dijo!