Servicio médico magisterial: el problema persiste
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El sistema de seguridad social de los trabajadores de la educación, se ha dicho en repetidas ocasiones, padece un problema endémico de salud que no podrá resolverse mientras las “soluciones” que se diseñen para éste equivalgan a recetarle aspirinas a un enfermo de cáncer.
Y es que el problema de fondo con el sistema de seguridad social del magisterio –que abarca el servicio médico, el sistema pensionario y el acceso a la vivienda– es que fue mal diseñado –y aún peor implementado y administrado–, razón por la cual resulta imposible costearlo.
En particular, el financiamiento del servicio médico representa un reto imposible de encarar porque los recursos con los cuales se fondea su operación son mucho menores a los necesarios para el número de derechohabientes que tiene.
Tal desequilibrio es generado en parte por las prácticas viciadas del gremio magisterial a cuya perpetuación acceden las autoridades educativas del Estado. Una de ellas consiste en la “pulverización” de las plazas de quienes cumplen los requisitos para el retiro.
La estrategia pareciera inofensiva a primera vista pero tiene graves repercusiones en las finanzas del sistema de seguridad social, pues al jubilarse un profesor que logró, en sucesivas asignaciones, reunir las horas necesarias para ocupar una plaza de tiempo completo, en lugar de sustituirle por otro profesor de tiempo completo, lo que suele hacerse es dividir la plaza en fracciones que se asignan a distintas personas.
Y cuando las asignaciones recaen en profesores de nuevo ingreso el problema que ello genera no necesita mayores explicaciones: un trabajador y su pareja –pues a esas alturas difícilmente el derechohabiente sigue teniendo hijos que sean beneficiarios del servicio médico– son sustituidos por cuatro o cinco nuevos derechohabientes y sus familias.
El monto de lo que al servicio médico se entrega para atender sus necesidades no cambia, pero el número de personas a quienes debe garantizar la salud crece, lo cual genera una presión financiera insostenible.
Y si a eso se suma la mala administración, a nadie debe extrañarle que apenas unas semanas después de que los integrantes de la Coalición de Trabajadores de la Educación levantaran el plantón que mantuvieron por más de dos meses en la Plaza de Armas de Saltillo estén anunciado la reinstalación del mismo y por las mismas razones.
No se requiere ser experto en finanzas o especialista en servicios de salud para pronosticar que la situación no hará sino empeorar, porque este paciente sólo ha recibido placebos hasta ahora para atender sus dolencias que son cada vez más fuertes y agudas.
El problema, por supuesto, es que el malestar no es imaginario sino muy real y por ello se requiere la administración de remedios auténticos, capaces de hacerse cargo de la raíz del mismo antes de que éste termine por llevar a la tumba al enfermo.