Siembran cempasúchil en la Región Laguna, más por tradición que por negocio
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Por amor a los difuntos trabajan y cultivan, dicen los productores de esta singular flor
LERDO, DGO.- En comunidades rurales de Lerdo, Durango, como Ciudad Juárez o Monterreycillo, se aferran a la siembra de flores tradicionales para el Día de Muertos como el cempasúchil, la mano de león o la margarita blanca. Pero no porque sean grandes productores o represente un gran negocio, sino simplemente —dicen los campesinos— por tradición.
No son muchas. Apenas este año sembraron 25 hectáreas, un grano en el universo de más de 2 mil 500 hectáreas que se sembraron a nivel nacional tan solo de cempasúchil.
“Son cachitos, uno aquí, otro allá. Son puros pedacitos leves, lo hacen más por tradición que por negocio”, cuenta Sergio Buendía Martínez, uno de los productores de Monterreycillo.
Y efectivamente, por las tierras de la comunidad se ven pequeños pedazos tapizados de amarillo, morado o blanco, las flores del cempasúchil, la mano de ojo o la margarita. No son grandes extensiones, apenas manchones en las grandes tierras.
Sergio y su hermana María Estela, sembraron dos hectáreas esta temporada, una de cempasúchil y otra de mano de león. Ellos y un grupo de jornaleros cortan las flores, porque les compraron la cosecha. A 15 pesos el ramo.
“Seguimos la tradición de a poquito, está fregado el campo, somos los más torcidos”, dice Sergio. Su papá se dedicaba a la agricultura y les heredó las tierras. Además de cempasúchil siembran hortalizas, lechuga, repollo, cebollita, cilantro.
Sergio asegura que aunque le pierda seguirá sembrando las flores. Su hermana María Estela comenta que el campesino tiene la costumbre de decir “aunque no gane, sacar la inversión”. Pero desgraciadamente refiere que muchas veces se pierde.
-¿Y por qué seguir?- le cuestiono.
-No nos queda de otra, somos del campo, de eso vivimos.
Lo mismo piensa su hermano. La siembra de la flor es más por tradición que por negocio. “A veces le ganamos, a veces le empatamos y a veces le perdemos. Por eso decimos que si ya la empaté ya le gané”, dice como por consuelo.
UN ACTO DE DEVOCIÓN
Asención Villa tiene 41 años y afuera de su casa dos hectáreas con el cultivo de la flor. Siembra cempasúchil y mano de león desde hace 20 años. Su papá se dedicaba al algodón pero él se autodefine como “verdulero”: suele sembrar lechuga, cilantro, cebolla, rabanitos, coliflor, brócoli, pero siempre deja algo para las flores.
Él y su madre están en el campo. Él corta y su madre recoge y empieza a formar ramos. “¿Así, hijo?”, pregunta la madre y le muestra el ramo. “Así, amá”, contesta Asención y siguen avanzando. Madre e hijo suelen llevar flores al panteón, le dejan ofrenda al padre, a una hija y unas nietecitas que murieron.
Asención refiere que cada año levanta entre 6 mil y 7 mil manojos. Apenas salen las flores de la labor, vende el ramo en 15 pesos.
“Lo hace uno por devoción, para los difuntos”, explica Asención sobre la razón por la que sigue sembrando la flor. Cuenta que ya tiene sus clientes desde hace años pero siempre deja una troca llena de flores para él. Se va a Horizonte y las vende en el panteón. Es su tradición.
EL DATO
15 pesos el ramo así lo venden a comerciantes.