Sobre atropelladas decisiones y muertes por alcohol adulterado
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No un México, sino varios “Méxicos”. Habitamos varios “Méxicos” los cuales son tan diferentes entre sí, que verdaderamente pasamos no de un Estado a otro, sino de un país a otro. Somos diferentes en nuestra manera de ser, nuestra manera de pensar, nuestra manera de trabajar, nuestra manera de comer, de ir al baño, nuestra manera de hablar; sí, eso llamado cultura. Somos culturalmente diferentes en este país llamado México. Y si somos diferentes, hay que tratar de convivir y entender al “otro”, al que es diferente a nosotros. Los del sur son muy diferentes a los del norte. Los del centro son diferentes a los de la frontera. Los habitantes de tierra caliente son diferentes a los habitantes del desierto o bien, a los habitantes de las grandes urbes como la ciudad de México, Guadalajara o Monterrey.
Para nosotros el cambio fraccionario que nos dan en el supermercado de la esquina es “feria”. Para los del sur es traer “sencillo”. Un lonche para nosotros no tiene duda a lo que define: un pan francés relleno de jamón, salchicha, carne, huevo, etcétera. Es decir, una torta para los del centro. Pero si usted pide un lonche en Yucatán… lo van agarrar a putazos. Como me pasó a mí en mis años mozos cuando anduve allá de vago. Lonche para ellos es hacer referencia a su cabeza, es un insulto. Es hacer referencia o restregarles que son cabezones. Así las cosas en este multicultural México. Por eso cuando se toma una decisión de carácter “nacional” es algo tan delicado y puntilloso, que si no se hace con inteligencia y datos en la mano, termina en tragedia.
Muchos, hartos lectores me han comentado de mi timed, de mi timeliness, con varias de las columnas aquí publicadas. Me preguntan y comentan de mi oportunidad, el sentido de la oportunidad y coyuntura al publicar y escoger los temas. Se lo agradezco a usted que me lee. Uno de esos temas explotó como granada de fragmentación en Coahuila justo a días de haber hecho referencia a ello en este espacio de VANGUARDIA en el texto titulado: “¿Negocio esencial? La cerveza”. Días, sólo días después donde advertía de ese garrafal yerro de Andrés Manuel López Obrador y su equipo de “sabios, científicos” e incapaces, al haber vetado la producción y distribución de cerveza (Grupo Heineken y Modelo, los principales), las muertes por consumir alcohol adulterado, llegaban a Coahuila.
En varios ejidos de Parras de la Fuente, Coahuila, van 15 intoxicados y cuatro muchachos jornaleros muertos al consumir alcohol adulterado (no hay cerveza aún en todos los depósitos y expendios). Varios están en condición crítica de salud. Cuatro han muerto, otros han perdido la vista. Su vida ha cambiado para siempre. ¿Por qué prohibir la cerveza? No lo sé. Habría que preguntárselos al sureño de AMLO. El y nadie más el culpable de las 103 muertes en Puebla, Yucatán 7, en Campeche 5, en Morelos 29, en Jalisco 33, en Coahuila 4… y contando las muertes que se acumulen.
ESQUINA-BAJAN
AMLO y su equipo nos ven como seres retrasados mentales, menores de edad a los cuales nos tiene qué decir cuándo y qué tomar. Se vetó la cerveza, pero no la producción y distribución de bebidas gaseosas (las famosas colas en todas sus presentaciones y marcas). Se vetó la cerveza, pero no la industria alimentaria ni las cadenas productivas de los grandes consorcios nacionales y transnacionales productores de semillas, agroquímicos, transgénicos (Corteva, Bayer, Dupont, etcétera); harinas de maíz y trigo (Kellog’s, Bimbo, Gruma); carne, pollo y huevo (Bachoco, Sukarne, Carroll, etcétera). Sume usted un refresco gaseoso con algún producto de línea de las anteriores marcas y el resultado es el siguiente: obesidad, diabetes, hipertensión, cardiopatías, colesterol… sí, los males mortales del mexicano.
Una pésima decisión tomada sobre las rodillas por López Obrador y su equipo, le ha costado la vida a más de 190 mexicanos. La cifra sigue creciendo diario. Hay más muertes por consumir alcohol adulterado, que por mordedura del bicho chino. Las cifras van a variar naturalmente, pero al día de hoy que redacto este texto, la decisión de AMLO le ha costado más vidas al País, que la muerte por COVID-19 sumando las defunciones de los estados de Zacatecas, Aguascalientes, Colima, Durango, San Luis Potosí, Baja California Sur… Puf.
La madre de uno de los muchachos de Parras de la Fuente, desesperada, en entrevista para la prensa, con el aguijón del dolor en su alma, espetó: “Dudamos de la grandeza de Dios”. La cosa es una: aquí Dios no tiene nada qué ver en este embrollo terreno. Aquí debería presentarse el monje Raúl Vera López y explicar y reconfortar a estas familias que creen o creían en Dios con sus mentes puras, bucólicas y simples, y que ahora, muestran su rebeldía. Una natural rebeldía ante la tragedia que los sorprendió. ¿Usted seguiría creyendo en Dios, le reclamaría voz en cuello por no escucharle?
¿Un mundo sin templos, sin arte, sin creación, sin poesía, sin música y sin religión? Es posible, claro, pero sería de verdad una tragedia y el caminar sobre un páramo de hielo. ¿Destino o azar ciego la muerte de los muchachos jornaleros de Parras y las decenas de defunciones de mexicanos al consumir alcohol adulterado por las atropelladas decisiones de AMLO y su equipo al cerrar la producción y venta de cerveza? En Europa, ni pensarlo. Allá si hubo surtido en los países donde piensan que sus ciudadanos son mayores de edad y responsables de sus decisiones.
LETRAS MINÚSCULAS
La Asociación Nacional de Distribuidores de Vinos y Licores advirtieron que la caída en la venta de bebidas alcohólicas ha sido hasta del 50 por ciento (whisky, ron, vinos, brandy). Lo único que se incrementó es la venta de… aguardientes de bajo precio. Somos un país de jodidos.