Tanto es lo de más como de menos
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El Quijote II, 4
Conversan don Quijote, Sancho Panza y el célebre amigo de ambos, el bachiller Sansón Carrasco, sobre la tercera salida que en busca de aventuras habrán de emprender el manchego caballero andante y su escudero; tocan diversos aspectos relativos a dicha tercera salida.
Sancho refiere la temeridad con que su amo acomete sus aventuras y por ello incurre en no pocos e innecesarios peligros. Aclara que él, Sancho, no está dispuesto a secundar esas atrevidas acciones porque, dice, “no pienso ganar fama de valiente, sino del mejor y más leal escudero que jamás sirvió a caballero andante; y si mi señor don Quijote, obligado de mis muchos y buenos servicios, quisiere darme alguna ínsula de las muchas que su merced dice que se ha de topar por ahí, recibiré mucha merced en ello; y cuando no me las diere, nacido soy, y no ha de vivir el hombre en hoto (confiado) de otro, sino de Dios;…”.
“– Vos, hermano Sancho –dijo Carrasco–, habéis hablado como un catedrático; pero con todo eso, confiad en Dios y en el señor don Quijote, que os ha de dar un reino, no que una ínsula”.
“– TANTO ES LO DE MÁS COMO LO DE MENOS –respondió Sancho–; aunque sé decir al señor Carrasco que no echará mi señor el reino que me diera en saco roto; que yo he tomado el pulso a mí mismo y me hallo con salud para regir reinos y gobernar ínsulas”.
Con la cita de este refrán, “es lo de más como lo de menos”, Sancho quiere decir que le da igual que su señor le conceda ya sea una ínsula o un reino.
Otra aplicación que se suele dar a esta sentencia, ya de hecho desde tiempos de Cervantes, es que los excesos o extremos no son buenos ni convenientes, es decir, que el término medio es siempre mejor.
