Tertulias familiares de ayer
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Esta semana el Gobierno del Estado dictó medidas tendientes a la construcción de una barrera efectiva para hacer frente al avance del COVID-19. Atendiendo a la emergencia sanitaria, dispuso licencia para sus empleados adultos mayores y con padecimientos crónicos, suspensión temporal en las escuelas de todos los niveles y algunas de sus dependencias y la cancelación de eventos culturales, artísticos y deportivos ya programados. El gobierno no suspendió sus funciones primordiales porque los empleados, maestros y estudiantes trabajarán a distancia desde sus casas, sólo está brindando a los coahuilenses una protección positiva contra el contagio del nuevo virus.
Las disposiciones del gobernador Miguel Riquelme, a propósito de la pandemia, provocaron un efecto secundario en las redes sociales, saturadas de consejos para permanecer activos y aprovechar el tiempo dentro del hogar y de sugerencias de actividades propensas a buscar la unión familiar. No faltan los mensajes y videos de humor negro que muestran, por ejemplo, la forma en que algunos padres lograron sentarse frente a la computadora, “inmovilizando” de diferentes maneras a los niños para poder cumplir su encomienda de trabajo desde casa. Igualmente circulan videos de padres e hijos bailando, conciertos videograbados, recomendaciones de lecturas, enlaces a bibliotecas digitales y a revistas, cuyas editoriales abrieron gratuitamente sus portales electrónicos.
Las coberturas dinámicas de algunos medios, como la que diariamente brinda nuestro VANGUARDIA, por ejemplo, nos mantienen bien informados. Así que para no saturarnos más de sugerencias que hagan frente al COVID-19, incluso de los memes producto del ingenio mexicano, y sin dejar de cumplir con las indicaciones de las autoridades, nos remitimos a un tema que antaño fomentaba la unión familiar. En el Saltillo de fines del siglo 19 y principios del 20, cuando muy poca gente sabía leer y escribir, las familias y también diferentes grupos de señores y jóvenes acostumbraban reunirse en las llamadas “tertulias”, que llegaron a ejercer influencia importante en la cultura de Saltillo, principalmente en el cultivo de las letras y la música.
El objetivo de reunirse en tertulia en las casas y los comercios, durante las tardes y temprano en la noche, era primordialmente conversar y pasar un rato agradable. Los poetas y escritores de la ciudad aprovechaban los diversos grupos para dar lectura a sus obras, instruyendo de esa manera a los oyentes. En casa de familias ricas frecuentemente algún músico amenizaba la reunión. También los que sabían hacerlo daban lectura en voz alta a los periódicos más recientes y todos quedaban enterados de las noticias más relevantes del País y del mundo. El lugar en que se realizaban las tertulias le daba diferentes matices, no era lo mismo la reunión de la familia en la casa –donde las damas eran las protagonistas– que la reunión a la que asistían únicamente los varones.
Los señores solían reunirse en las trastiendas de los comercios y su conversación podía girar en dos planos. Uno, ligero e intrascendente, incluía los chismes del momento y daba motivo para llamar “mentideros” a las tertulias. El otro, más serio, podía tener cierta trascendencia política y económica, pues en aquellas reuniones también se tomaban importantes decisiones de negocios o cuestiones relacionadas con la política y el buen gobierno de la ciudad. En este sentido, eran famosas las tertulias de la Farmacia de Guadalupe, ubicada un tiempo en la esquina de las calles de Juárez y General Cepeda, y las muy conocidas en la librería de don Isidro Fornés, en la calle de Zaragoza subiendo Aldama, a las que asistían encumbrados señores de la sociedad saltillense. Continuaremos en próxima colaboración con las tertulias familiares, que por ahora nos interesan más.