Titubeante, la fortaleza coahuilense
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Al margen y a fin de cuentas, es de observar que, bajo circunstancias de incertidumbre, lo mismo que hace fuerte a la economía estatal (la industria automotriz) es lo que puede tornarse en su debilidad si el Gobierno estadounidense de Trump cumple las amenazas de aranceles y bloqueos a las inversiones proyectadas en ese rubro
Aunque algunos de los indicadores de la economía coahuilense están en terreno positivo, el peso de los que están en terreno negativo, aunado a la incertidumbre que genera el arribo del Gobierno de Donald Trump en Estados Unidos pone titubeante la balanza de la estabilidad económica coahuilense.
De cara a la incertidumbre económica que provoca el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y particularmente la posibilidad de que sus iniciativas afecten a la industria automotriz mexicana, los indicadores económicos más recientes de Coahuila no parecen reflejar solidez estatal contundente.
Según una condensación de indicadores difundida por el organismo México ¿cómo vamos?, por ejemplo, durante el segundo trimestre de 2016 el crecimiento de la economía coahuilanse registra un avance de 2.3%.
Si bien el logro no es malo, queda muy por debajo del crecimiento promedio de 4.5% esperado a nivel nacional, y sólo alcanza a colocar a Coahuila apenas en la posición 15 con mayor avance de entre las 32 entidades del país, las cuales son lideradas por Sinaloa, con un crecimiento de hasta 8.3%, y con Zacatecas en la última posición por su desplome de hasta 7.4% anual en el segundo trimestre de este año.
Por otro lado, y aunque el rubro de generación de empleos formales es uno de los que mayormente se han visto favorecidos en este estado en los dos últimos años, dado el contexto internacional, cabe traer a la memoria la situación vivida a principios de 2009, cuando con la crisis financiera internacional plenamente manifiesta, la economía coahuilense fue una de las más afectadas con cancelación de proyectos de inversión, e incluso con desinversiones, a grado de perder más de 20 mil empleos formales en tan sólo el primer bimestre.
No obstante —y sin dejar de tener presente ese panorama—, al menos en el tercer trimestre de este año Coahuila sí ha cumplido su expectativa, pues para una expectativa de creación de empleos aceptable de al menos 7 mil 500 empleos en el tercer trimestre del año, en esta entidad se generaron 10 mil 635.
De manera colateral, otro de los rubros en los que la economía estatal sí manifiesta estabilidad es el nivel de productividad, al ocupar el trimestre pasado la sexta posición nacional, superado solamente por Campeche, CdMx, NL, Tabasco y Querétaro.
Sin embargo, una de las dificultades que conlleva la generación de empleo es la presión de que las vacantes sean de mejor nivel de ingresos sucesivamente, lo cual no necesariamente está ocurriendo en esta entidad, pues el indicador de Pobreza Laboral —cuando el ingreso del trabajador no alcanza para adquirir al menos la canasta básica— aumentó en lugar de disminuir, pasando de un 27.2% a un 29.9% en el año que abarca el segundo trimestre de 2015 al segundo trimestre de 2016.
Además, derivado de lo anterior, la necesidad de hacerse de recursos complementarios para abastecer las necesidades familiares es lo que lleva a parte de la población a ocuparse en actividades informales, rubro en el que Coahuila registra crecimiento, al pasar de un 33.9% a 36% de la Población Económicamente Activa, del segundo trimestre de 2015 a segundo trimestre de 2016.
Bajo tal contexto, cabe agregar la observación que hace México ¿cómo vamos?, al reportar que, entre trabajadores hombres y mujeres, el índice de desigualdad en laboral (ingresos) sigue siendo desfavorable a las féminas, e incluso ha empeorado entre el segundo trimestre de 2015 y segundo trimestre de 2016, al pasar de 0.368 a un 0.372, cuando lo conveniente sería que tendiera a disminuir.
Cabe notar que ni incluso un mayor nivel de ocupación de trabajadores por parte del Gobierno ha ayudado a mejorar esa situación, pues en el periodo de referencia la ocupación pasó de un 3.2% a un 3.3%.
Por último, aunque al revisar el mayor problema de la economía estatal, que sigue siendo su deuda pública, puede observarse que ha disminuido de equivaler el 6.6% al 6.1% del PIB estatal.
No obstante, el emproblemamiento real que representa no se ve muy alterado, manteniendo la zozobra de un Gobierno que no encuentra muchas oportunidades de dónde hacerse de recursos y que para justificar “obras” recurre o asume como propios los proyectos y recursos de carácter federal destinados a ese fin.