Todo aumento salarial en México, seguirá siendo insuficiente
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Felipe de Jesús Balderas Un país no se puede medir únicamente por la producción que realiza, sino también por el reparto lo más justo posible de bienes producidos por el conjunto de sus ciudadanos. La razón es simple, el salario es sinónimo de bienestar y de la capacidad adquisitiva que un individuo tiene; sin lugar a dudas, del ejercicio pleno de sus derechos fundamentales, particularmente de la igualdad y la libertad.
Esa es la diferencia entre un salario de subsistencia –salarios mínimos– y los salarios equitativos, porque en una sociedad democrática, como escuchamos y decimos hasta el cansancio –que es la nuestra– representaría la expresión de un mínimo de justicia, que estaría relacionado con la materialización de aspectos sociales concretos; como el ejercicio de los derechos, el acceso a oportunidades y a las fuentes sociales del autorespeto.
Por eso se entiende que durante tantos años se haya mantenido a raya a la planta laboral mexicana, de manera que la mayoría de los asalariados sigan creyendo que quienes poseen los medios de producción les hacen un flaco favor al conceder un empleo y el tema de la dignidad y los derechos sociales pasen a segundo plano, esas son las fuentes sociales del autorespeto.
¿A qué grupo de poderosos le venía bien que los trabajadores tuvieran consolidados todos sus derechos? ¿Quién estaba dispuesto, conscientemente en este País, a brindar oportunidades-capacidades para aventajar a los desventajados? ¿Quién estaba dispuesto a poner en duda las teorías salariales de Smith, Malthus y David Ricardo que durante mucho tiempo han condicionado y graneado el salario como ocurrió desde 1985 hasta 2018, que se manejó la acomodaticia teoría de que el salario nos traería en todo momento una inflación automática?
Porque el salario a la fecha sólo ha sido la consolidación de la “Fábula de las Abejas” de Mandeville, donde a la Abeja Reyna al final del día agradece a las abejas laboriosas el trabajo que realizaron en la construcción del panal y ellas deben de agradecer la oportunidad de ser parte de la comunidad, donde hay muchos zánganos que les va mejor que a las abejas laboriosas. Eso ha sido este País.
No es un tema de memoria histórica, porque ordinariamente cuando hay hambre no se tiene memoria, pero es importante que usted sepa que los aumentos en los últimos 35 años fueron del 4.2 por ciento, arguyendo el Estado mexicano a través de la controversial Conasami, que los efectos y las tendencias del mercado impedían aumentos mayores. Curiosamente las tendencias y los efectos, si revisa usted cada una de las Resoluciones –en cada año–, eso argumentaban. Lo peor de todo es que todos repetían estás afirmaciones.
El salario como lo hemos entendido, no es la remuneración por un trabajo ejecutado, porque eso no contempla elementos que tienen que ver con los derechos sociales, políticos y económicos que es donde se enmarca el tema. El salario tiene que ver con derechos y en concreto en nuestro País es importante que, todos los que tenemos un contrato laboral establecido, echemos un vistazo al artículo 123 Constitucional, al 84 de la Ley Federal del Trabajo y al artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos donde podemos tener más claridad al respecto.
Porque el piso básico, no es la justicia conmutativa a la que hemos estado acostumbrados, sino la justicia distributiva que, en el caso de los salarios, debe abarcar no sólo al trabajador, sino a toda su familia. Éstos serían atisbos de la aproximación a una responsabilidad social real, no sólo de pico, que contemple el tema de la dignidad humana del trabajador en lo personal y sus derechos humanos en lo laboral.
Por eso el salario bajo ningún motivo podrá considerarse un tema meramente pecuniario, sino social. Porque las necesidades de un trabajador no dependen de su aporte a los procesos de producción, sino a su pertenencia a una sociedad en particular. Es un derecho social, no es una dádiva. Porque a través del salario el trabajador tiene derecho a una vida digna, a la salud, a la educación, a la cultura, al arte y a la ciencia, cosas que no han sido posibles.
Porque el salario debe ser un elemento que posibilite mejores oportunidades para que el ser humano alcance su pleno desarrollo, los salarios han sido de subsistencia, como en las tiendas de raya anteriores a la Revolución. Pero de manera particular porque el salario es la forma más común de acceder a la implementación de la justicia.
El año pasado el alza salarial fue por primera vez mucho mayor al 4 por ciento ordinario, fue del 16 por ciento. ¿Será posible que, con esta nueva alza que entrará en vigor a partir de la primera semana de 2020, mejoren las condiciones de los trabajadores mexicanos? De ahí mi afirmación inicial, porque en una sociedad miserable como en la que vivimos donde más del 50 por ciento siguen viviendo en condiciones de pobreza, “todo aumento salarial, seguirá siendo insuficiente”. Así las cosas.
fjesusb@tec.mx