Tragedia en Beirut, ¿qué debemos aprender todos?
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Es necesario que el episodio nos conduzca a la reflexión sobre los riesgos que existen a nuestro alrededor
Las impactantes imágenes le dieron la vuelta al mundo casi de forma instantánea, provocando un aluvión de especulaciones, primero, y una marejada de solidaridad, después. Las explosiones en el puerto de Beirut sin duda convocaban a la preocupación en el momento inicial.
Pero el hecho de que pasaran algunos segundos entre la primera y la segunda explosión claramente ayudó a que se disipara con rapidez la idea de que pudiera tratarse de un atentado terrorista o del inicio de un conflicto bélico en una zona marcada por el conflicto.
Esos instantes permitieron que cientos de teléfonos celulares captaran los segundos previos a la segunda y más potente explosión, que se registra luego de apreciarse múltiples detonaciones de menor magnitud dentro de lo que, ahora se sabe, era un depósito en el cual se guardaban miles de toneladas de nitrato de amonio, un compuesto químico que sirve de base para la elaboración de fertilizantes, pero también puede usarse para crear explosivos.
Los videos, tomados desde múltiples perspectivas, dejan claro al menos que no se trató de un ataque, es decir, que la explosión no fue provocada por un proyectil lanzado desde otro sitio.
Lo que todos hemos podido ver es, en realidad, el testigo videograbado de una espantosa tragedia causada por un error humano que las autoridades libanesas ya han prometido castigar.
Con independencia de los detalles que se irán conociendo en los próximos días y que servirán para deslindar responsabilidades (algunos reportes hablan de que el nitrato de amonio llevaba varios años almacenado en el lugar), la tragedia de Beirut sirve de alerta para llamar la atención respecto de la necesidad de tener claramente identificados los puntos de riesgo en nuestras ciudades y reforzar las medidas de prevención en torno a estos.
Todo depósito en el cual se almacenan sustancias explosivas es susceptible de sufrir un percance como el ocurrido ayer si las medidas de prevención se relajan o no se persevera en su reforzamiento. Las autoridades responsables de la protección civil tienen la responsabilidad de vigilar que las reglas existentes se cumplan y ser estrictos en su vigilancia.
Porque, a menos que se ofrezca una versión diferente en las próximas horas, parece bastante claro que las pérdidas humanas y los incalculables daños materiales provocados por las explosiones en Beirut, se debieron a la negligencia de quienes tenían a su cargo la vigilancia del depósito siniestrado.
En México ya hemos visto percances similares en los pueblos dedicados a la fabricación de fuegos de artificio y tendríamos que haber aprendido ya las lecciones que estos episodios han dejado. Sin embargo, nunca está de más tomar este caso como ejemplo de que nunca deben relajarse las reglas.
Por ello, además de expresar nuestra solidaridad con el pueblo libanés y ofrecer toda la ayuda que podamos otorgar, es necesario que el episodio nos conduzca a la reflexión sobre los riesgos que existen a nuestro alrededor y la necesidad de reforzar las medidas para conjurarlos.