Tras apagones, Gobierno pide apagar focos
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“Ya está resuelto prácticamente el problema, pero vamos todos a ayudar para tener reservas y estar completamente seguros de que vamos a seguir manteniendo nuestro sistema eléctrico… de 6:00 a 11:00 (PM), si podemos apagar un foco, dos, lo que no sea tan indispensable, para que todos ayudemos, como lo hemos hecho siempre”.
La frase anterior fue pronunciada ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia de prensa matutina en la que volvió a culpar al pasado de que durante toda esta semana hayamos vivido una auténtica crisis por los “apagones” que provocó la dependencia que tenemos del gas natural importado, principalmente de Texas.
El llamado del Presidente a que todos los ciudadanos “ayudemos” a superar la contingencia contuvo además otro elemento: el reconocimiento explícito por parte del mandatario de que la situación es más grave de lo que se ha dicho y que eso se sabía desde el principio.
“No quise hacer este llamado (el de ahorrar energía) desde el principio porque tenemos toda la presión de nuestros adversarios y del grupo de traficantes de influencia, que ni siquiera son empresarios en sentido estricto, y de todos los que han medrado, de todos los que se han dedicado a saquear, tenemos toda la presión”, afirmó el mandatario.
En otras palabras, el Gobierno de la República prefirió jugarse “un volado”, trabajando sobre el filo de la navaja desde el lunes, antes que arriesgarse a ser blanco de críticas, lo cual pareciera enviar el mensaje de que lo importante es el honor del Presidente antes que los resultados.
Las palabras del mandatario, lejos de infundir confianza lo que provocan son más dudas e incertidumbre entre los millones de usuarios que se han visto afectados por la falta de energía eléctrica.
Hacia el futuro, la posición adoptada por el Gobierno de la República deja claro que más allá de repetir el discurso según el cual, la perversidad del pasado sigue impidiendo que puedan ofrecer resultados a la altura de las expectativas que generaron con su llegada al poder, esta administración carece de un plan concreto para evitar que una situación como esta vuelva a ocurrir.
Nadie puede alegrarse o festinar que un gobierno –del orden que sea– fracase. En este sentido, los señalamientos que se enderezan en relación con el trabajo de esta administración no tiene el propósito de celebrar una realidad que nos afecta a todos.
La intención es reiterar que como ciudadanos tenemos el derecho de señalar aquello que no está funcionando de forma correcta y merecemos ser escuchados y atendidos para que, como marcan las reglas de la democracia, nuestras observaciones sean valoradas en su justa dimensión y sirvan, eventualmente, para rectificar.
Cabría esperar que, frente a la crítica, el equipo en el poder hiciera gala de un talante igualmente democrático y aceptara que el mayor problema que puede tener un individuo o, en este caso, un equipo que gobierna un país, no es equivocarse, sino empecinarse en negar que es falible y, todavía peor, oponerse a introducir cualquier matiz a sus políticas.