‘Tremendo lío: ¡me equivoqué de chat!’
COMPARTIR
TEMAS
ESTIMADA ANA:
Ana, siempre leo su columna. Estuve leyendo el caso de la persona que desde que se casó, mantiene a su esposo. Es un verdadero caso, de esos que se ven cada día más. Me gustaría que le proporcionara mi correo a esa personita y poder dirigirla a un grupo de apoyo que está compuesto por personas que están o estuvieron en esa misma situación y gracias a Dios han podido resolver esa situación en gran medida.
Reciba mis más sinceras felicitaciones por su gran labor, Ana.
Atentamente, J. María Ramos (jmaria58@live.com.mx)
J. MARÍA:
Me parece algo excelente que haya grupos de apoyo para este tipo de situaciones, en verdad no imaginé que existieran y me alegro por ello. Como bien lo comenta, cada vez se dan más casos similares, escuchamos o sabemos de alguien cercano que pasa por lo mismo, ya sea en nuestro grupo de amigos, dentro de la familia o vecinos: hombres que son mantenidos por su esposa.
J. María, me tomé la libertad de publicar su correo para que más personas que están pasando por la misma situación, puedan integrarse, si así lo desean, al grupo de ayuda. Le envío un gran saludo y agradezco sus comentarios.
ANA
ESTIMADA ANA:
Es un verdadero “gorro” cada fin de semana que vamos a casa de mi suegra, pues resulta que mi cuñadita se la pasa diciendo que mi hija se parece a ella, que es idéntica por donde la vean, que es su mismo cabello, sus ojos, su sonrisa y hasta un lunar en la pierna.
Pero bueno, una cosa es comentarlo un par de veces y otra estar friegue y friegue cada que nos vemos y decirle a cuanta persona llega. La verdad es que me harta tanta insistencia y ya le dije a mi esposo que más le vale que hable con ella para que le baje dos rayitas, que ya fue mucho y que aunque reconozco que se parece, pues tampoco me pone tan contenta que me lo esté restregando cada que nos vemos.
Antier estaba en el whatsapp con ella precisamente, mi cuñada. A diario me pide que le envíe fotos de cualquier gracia o travesura que haga mi hija. Claro, yo se las mando porque tampoco quiero pleito, a veces me pongo en su lugar y pues quizá yo haría lo mismo.
El mismo tiempo estaba chateando también con mi comadre, precisamente quejándome de mi cuñada. Ay Ana, se me fue la sangre a los talones cuando por error, escribí mi queja en la conversación con mi cuñada.
Sí, todo lo que quería decirle a mi comadre, se lo escribí a mi cuñada. No supe que hacer en ese momento, cuando me contestó con puros signos de interrogación. Me puse tan nerviosa que apagué el teléfono por unos minutos. Después recapacité y le marqué directamente para explicarle lo sucedido, aproveché para decirle que me molestaba mucho su insistencia.
Ella me dijo que lo entendía, que no había problema y que no volvería a suceder. Ahora me siento mal, Ana, porque aunque en el mensaje no había ofensas ni malas palabras, no deja de ser algo incómodo, pues quedó al descubierto que hablaba de ella con mi comadre.
Martha
ESTIMADA MARTHA:
Con estas formas tan modernas de comunicarnos pues es comprensible que sucedan este tipo de “errores”. Y te fue bien, porque he escuchado casos de matrimonios que llegan al divorcio.
Acá, el caso con tu cuñada, pues ya viste su reacción, dice que no hay problema. Tómalo de la misma manera, haz las cosas de manera natural y cuando se vean personalmente, hasta puedes hacer alguna broma al respecto.
Ahora, es legítimo que ella insista, pues es su sobrina y la quiere y lejos de tomarlo de mala manera, puedes tomarlo como un halago, como una muestra de cariño hacia tu hija, claro, todo en su debida proporción, ¿no crees?
ANA