Tres actitudes
COMPARTIR
TEMAS
Fueron mencionadas recientemente.
Es una breve tipología de actitudes frente a la contingencia, la emergencia, la crisis, la turbulencia. Sanitaria, económica y psicológica. Sabemos que frente a un viento contrario puede haber retroceso, extravío, desplome o ascenso. Fue Francisco, desde su confinamiento en Roma, quien señaló el tripié de la negatividad: Se puede asumir el extravío del narcisismo, el retroceso del victimismo y la caída del indiferentismo.
El narcisismo no es sino soberbia, falsa autosuficiencia, supuesta prepotencia que tiende a minimizar los peligros reales y a imaginar soluciones científicas inmediatas y suficientes. El victimismo es como un retroceso del atrevimiento, de la audacia, de la intrepidez. Es sentirse ofendido, indignado, excluido, discriminado. Sentirse víctima y repartir culpas y generar reclamaciones. Él indiferentismo es la caída de la esperanza. El desconfiar de cualquier remedio, criticar todo proyecto, pensar que todo será más de lo mismo. Suprimir colaboración y apoyo a cualquier iniciativa esperanzadora.
El papalote asciende con el viento contrario. La crisis se vuelve oportunidad de conciencia, de avance, de maduración, de experiencia, de aprendizaje, de superación. Se abren los caminos de la humanización. Se eleva la conducta con obras que corresponden a la dignidad humana como: la compasión, la solidaridad, el acompañamiento, la gratuidad, la generosidad y la fortaleza.
PROGRESISMO CONTRA EXCLUSIONES
Se ve como progreso todo lo que no excluya lo diferente. Se acentúa tanto que llega a parecer exageración. En todo equipo o comunidad o servicio han de estar representados los altos y los chaparros, los flacos y los gordos, los blancos y los negros, los hombres y las mujeres y quienes desean aparentarlo, los jóvenes y los viejos, los capaces y los discapacitados, los extranjeros y los nacionales...y se llega a integrar los aptos y los ineptos lastimando resultados.
Surgen también otros dualismos. Resultan esquizofrénicos con cortes de bisturí con que se divide, se opone y se separa. Se empieza señalando buenos y malos. Se olvida que esa línea divisoria, como se ha dicho, no pasa entre los grupos humanos sino pasa por el centro del corazón de cada uno, en que hay pantano y manantial. Pero luego se sigue con izquierdas y derechas usando geometrías trasnochadas, o progresistas y conservadores, y ricos y pobres y expertos y experimentados con toda la sarta de palabrejas despectivas de etiquetación barata.
Como en el universo, se requiere la unión de lo diverso para que brote algo nuevo. La madurez relacional vendría en una sociedad de conservadores progresistas y progresistas conservadores.
La vida sana es conservar lo constitutivo, lo radical, lo esencial, lo valioso y, al mismo tiempo, hacer progresar lo accidental, lo periférico por adaptación dinámica y puntual a los tiempos y a las situaciones. Ni rigidez ni dispersión. Ni raíces sin fronda ni fronda sin raíces. Tradición con progreso y progreso con tradición. Nadie quiere que la historia funcione con electricidad de un solo polo si se desea una historia luminosa.
LA BAJADA DEL EVEREST
Ha matado a muchos alpinistas, no la subida sino la bajada. El experimentado alpinista ecuatoriano, que lleva varias ascensiones al Everest, cuenta cómo, después del gran esfuerzo de ascensión hasta la cumbre, se huye de la muerte descendiendo y es cuando se tiene el mayor riesgo letal. Y aplica la experiencia a los alpinistas que fuimos todos con el confinamiento que mitigó la intensidad de contagio. La cumbre -siempre aplazada- parece llegar. El pico, que fue creciendo hasta hacerse de pelícano empezará su descenso. Los portadores sanos son los que infectan más por su cansancio, su apresuramiento, su impaciencia que los lleva a una cercanía no sana sino contagiosa.