Tres noticias. Diversas opiniones
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El presidente raúl castro intentó sacar adelante su liderazgo pero no logró aproximarse a la soltura que despertó en todos los eventos obama
En pocos días pudimos conocer hechos muy importantes que, en general, cambian panoramas, echan abajo certezas, proponen nuevas indagaciones y obligan a pensar. La visita de Obama a la Cuba comunista, la matanza de Bruselas y las declaraciones sobre los apoyos otorgados por los Estados Unidos a las dictaduras latinoamericanas. Empiezo por la segunda porque las otras dos tienen relaciones estructurales y una raíz que las une y explica.
El asesinato de inocentes es la peor de las propagandas que se pueden hacer a sí mismos los islamistas radicales. Es enorme el daño que hacen a los árabes, en general, y a su causa, por ejemplo, para el caso palestino, para Irán y, en especial, para millones de musulmanes que viven en países de Europa y América a donde fueron a buscar una mejoría de sus vidas. Bélgica es un país que ha estado siempre abierto a los extranjeros. Durante las dictaduras de Franco en España y de Salazar en Portugal, miles de pobres se refugiaron en sus ciudades. Acogió a marroquíes, zaireños, cubanos (los que salieron en los 60, tras la Revolución) y latinos que huían de los militares sudamericanos.
Me impresionó mucho que musulmanes de nacionalidad belga hayan condenado con firmeza el atentado del aeropuerto. Más me conmovió que no pocos entrevistados hicieran una separación entre el Estado Islámico y los musulmanes de Bélgica: dos cosas que no son la misma. Un joven mexicano de 20 años mencionó la tolerancia belga ante este terrible crimen. No confunde a unos con los otros.
Una cápsula histórica: en el Siglo 12 los cristianos invadieron Palestina y debieron matar a miles de árabes que defendían lo que era suyo. Un gran dirigente, Saladino, se impresionó con su ímpetu y dijo a su gente: “¡Vean a los cristianos!, con qué encarnizamiento se baten por su religión, mientras nosotros, los musulmanes, no mostramos ningún ardor por hacer la guerra santa”. Y sí, lo que ahora vemos en los islamistas lo hicieron antes los europeos; ambos deben ser condenados.
La visita de Barak Obama a Cuba lo rescató para la historia. El presidente Raúl Castro intentó sacar adelante su liderazgo pero no logró aproximarse a la soltura, la confianza, la simpatía que despertó en todos los eventos Obama.
Ciertamente Raúl no tiene ni el carisma ni la inteligencia de Fidel; es alguien que llegó al puesto por un voto. Raúl se vio mal cuando pidió que le dieran nombres de presos políticos: ¡no había ninguno! Casi de inmediato salieron al aire 47 nombres. Obama rompió con décadas de cerrazón política del imperio americano y criticó la estrategia seguida por sus antecesores. Rompió varias veces el protocolo y puso en aprietos a sus guaruras porque salía del círculo protector para dar la mano a gente del pueblo. Luego atendió a los opositores al régimen.
La tercera noticia: más que el tango que le hicieron bailar en Buenos Aires, fue su discurso sobre la participación de los Estados Unidos en apoyo a las dictaduras asesinas de Argentina y otras. Ofreció abrir los archivos para dar a conocer lo que se ha ocultado celosamente. Ya antes habíamos sabido que se abrieron documentos secretos en los que aparecía el apoyo del asesino Henry Kissinger a Augusto Pinochet. Los miles de muertos se les pueden endosar a ambos.
Por eso la oferta de Obama es importantísima. Queremos saber lo que pasó, eso es todo.
Regreso a los cruzados. Alberto de Aquisgrán fue el cronista de la primera cruzada, en 1099. Dejó un enorme escrito con detalles precisos en su “Chronicon Hierosolymitanum de bello sacro” (más o menos: Historia de la guerra santa en Jerusalén). El cronista le dice al Papa que en Maarat los cristianos no tenían comida y debieron consumir cadáveres de sarracenos, en especial de niños (¿había oído hablar de franceses antropófagos?)
Las tres noticias nos hacen pensar. Tenemos un pasado no como para enorgullecernos. Ahora Obama se adelanta a lo posible: el mandato de Donald Trump o, simplemente, a dejar sentado un estado de cosas y una orientación política.
Sólo le falta reconocer que mucho de lo peor que hoy pasa en el mundo es consecuencia de la injusta guerra que George W. Bush desató contra Irak.