Tu alma pertenece al rock
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En la hoy lejana década de los ochenta, los adolescentes de esa era conocimos lo que se llegó a llamar “Rock en tu idioma”, una especie de celebración y respuesta al rock de grupos como Judas Priest, Led Zeppelin, Kiss, Deep Purple, Iron Maiden, Def Leppard, U2, The Who, Pink Floyd, Queen, Motörhead, Black Sabbath, Ozzy Osbourne, Scorpions, Mötley Crue, Whitesnake, Van Halen, The Police, Metallica, Journey, Bon Jovi, AC/DC , Guns N’Roses y Quiet Riot y su himno “Cum on Feel the Noize”.
Pero nuestro rock era distinto, pues se trataba de música producida en territorio de Hispanoamérica, esa zona del mundo siempre convulsionada. Un pedazo de tierra que parecería destinado a atravesar por siempre crisis económicas y políticas. Y su juventud entonces como ahora, buscaba formas de evadir su triste realidad. La de mi época lo hacía escuchando la radio y el programa “Sábado Internacional” en la XEKS, con Chuy López Castro, o viendo los programas de videos musicales que promovían una sola premisa: “Llena tu cabeza de rock”. Y así lo hicimos, pero a 33 revoluciones por minuto, como los discos LP, hoy extintos.
En México, los grupos de rock eran liderados por el El Tri que sacudía conciencias con “Niño Sin Amor”, Caifanes y su “Célula que Explota”, El Gran Silencio, Los Amantes de Lola, Kenny y los Eléctricos, Café Tacuba, Maldita Vecindad y Sombrero Verde, hoy Maná que en los años ochenta no nos dormía aun con su música. Pero de pronto, una invasión musical llegó a México para conquistarnos en forma pacífica. Se trataba de rockeros y grandes solistas provenientes de España, Argentina, Chile y Panamá.
De España, que despertaba del yugo del Generalísimo, llegó Hombres G y hits como “Devuélveme a Mi Chica”. A ellos siguieron Ángeles del Infierno y su hit “Maldito sea tu Nombre”, La Unión con “Lobo Hombre en París”, Barón Rojo, Jarabe de Palo, Toreros Muertos y su “Agüita Amarilla”, Nacha Pop, Radio Futura, Héroes del Silencio, El Último de la Fila, Veni Vidi Vici y Duncan Dhu que aseguraba que: “En algún lugar de un gran país olvidaron construir un hogar donde no queme el sol y al nacer no haya que morir”. De Chile, Prisioneros promovía “Estrechez de Corazón” y de Panamá, Océano apareció y desapareció de la nada, dejándonos “Él Derramó su Amor por Ti”.
De Argentina llegaron Enanitos Verdes con Marciano y su “Muralla Verde”, Miguel Mateos y Zas con “Atado a un Sentimiento”, Abuelos de la Nada y sus “Mil Horas”, GIT con “Es por Amor”, Charly García y “No voy en Tren”, el Flaco Spinetta con “Todas las Hojas son del Viento”, Andrés Calamaro, Fito Páez y, por supuesto, el mejor grupo de rock en español de la historia: Soda Stereo, con el genio musical de Cerati, que inauguro un estilo elegante y eléctrico provocándonos una descarga fulminante. 25 años después, sigo escuchando canciones como “Jet Set”, “Un Millón de Años Luz”, “De Música Ligera”, “Cuando Pase el Temblor”, “Nada Personal” o esa obra maestra que es “En la Ciudad de la Furia”, y llego a una sola conclusión: cada día tocan mejor.
Era el Saltillo cuyos límites terminaban al norte en el distribuidor vial Venustiano Carranza, donde existía y funcionaba el reloj de la Ford y en el que la ciudad se dividía por las vías del tren en Emilio Carranza, y por el poder económico y político (hoy extinto) del Grupo Industrial Saltillo.
Un tiempo en que nuestra única preocupación era sólo vivir la vida con intensidad. Para los jóvenes, los fines de semana consistían en ir a la Vaca Pinta que cerraba hasta las ¡12 de la noche!, ir a comer con los amigos a las Giovanni pizzas, las MM o a la Posta.
No fallaban los paseos por la de “Victoria”, reunirse afuera del Martin’s para después terminar en la colonia Latino. Lo hacíamos sin el miedo de sufrir un levantón o de quedar en medio de una balacera.
Hoy, en el “Día Mundial del Rock”, esta es una celebración de vida, el de la música y la libertad. Por eso le invito, si usted es un cuarentón como yo, a recobrar aunque se por un momento su juventud y los sueños del tiempo y evocar que alguna vez cantamos, bailamos y saltamos al escuchar “Persiana Americana” en el bar “La Vaca Pinta”, sin olvidar por supuesto esa frase épica del gran Jesús López Castro: ¡Este sábado, tu alma pertenece al rock!
@marcosduranf