Un conflicto que se tensa
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El conflicto entre el Gobierno federal y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) parece llegar a su punto de tensión más alto; lo que obliga a una solución de las partes, la cual no se ve cercana.
Lo que en un inicio se fincó como un disgusto de parte del sindicato disidente ante la Reforma Educativa –la que mayor respaldo ha tenido de la población, según encuestas–, ha ido escalando de una manera tal que se ha vuelto una problemática con varias aristas de corte político, económico, alimentario y sobre todo, ya de seguridad.
La beligerancia del sindicalismo de la CNTE se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades que hasta el momento no han encontrado en el diálogo la salida inmediata.
Ayer, el Gobierno cerró el puente del diálogo con los maestros disidentes hasta que accedan a levantar todos los bloqueos en el sureste del País.
Oaxaca y Chiapas, hemos dado cuenta en estas páginas, corren severos riesgos en sus zonas más pobres. El abasto de apoyos alimentarios que entrega la Secretaría de Desarrollo Social está cerca de tocar sus mínimos ante la imposibilidad de llegar vía terrestre a estas zonas.
Buena parte de la población más necesitada en estas locaciones podría quedarse sin acceso a los alimentos básicos.
Las palabras de Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación y hasta ahora encargado del Gobierno federal de llevar el diálogo con los profesores inconformes, denotan la tensión que ya se vive.
Ayer el Secretario Osorio advirtió que el Gobierno está en el límite en cuanto a tomar acciones para restablecer la estabilidad en Oaxaca y Chiapas.
La advertencia de Osorio se da, luego de que la Iniciativa Privada, en voz del Consejo Coordinador Empresarial, exigiera –en un tono más imperativo que de solicitud– resolver el problema en estas entidades, donde las afectaciones económicas ante bloqueos y manifestaciones han impactado hasta en 1.7 millones de pesos diarios tan sólo en Oaxaca capital.
Ambas partes están llegando a un punto de tensión que podría tener otras consecuencias.
Apenas ayer especialistas en seguridad nacional, como Laura de Alizal –doctora en estudios políticos por la Universidad de París X-Nanterre– advertía que la radicalización de grupos sociales en Oaxaca creaba el caldo de cultivo para la escalada de que el bloque opositor alcance niveles de una guerrilla.
El endurecimiento en el discurso del Gobierno federal, ante la experiencia vivida en Nochixtlán, llama a razonar cómo afrontar este conflicto sin invitar a la violencia o pasajes similares como el domingo de furia en Oaxaca de hace poco menos de dos semanas.
Ambas partes deberán encontrar una solución, en medio de la convicción del Gobierno ante las bondades de la reforma que impulsaron y el maniqueísmo en el discurso de la CNTE para rechazarla.
Por la mirilla pública que se tiene no se avizora una solución cercana; la situación se tensa y el tiempo avanza.