Un juego entre espectaculares
COMPARTIR
TEMAS
En ‘Discurso del paisaje’ el artista visual Rafael Ortega explora las posibilidades del espectacular, como contenedor de discursos de poder
Bombardeados de publicidad, así es como se encuentran en la actualidad casi todos los aspectos de nuestra vida diaria, desde los anuncios en páginas web y televisión hasta, por supuesto, carteles y espectaculares que ya forman parte del paisaje urbano.
Así como estas invasivas imágenes no escapan a nuestra visión, tampoco lo hicieron a la del artista visual Rafael Ortega quien, fascinado por el concepto que ofrecen, decidió explorar esta idea y su potencial en la exposición “Discurso del Paisaje”, inaugurada el pasado jueves 7 diciembre en el Recinto del Patrimonio Cultural Universitario.
“El espectacular yo lo estoy viendo como un contenedor del discurso, en este caso de poder, que busca condicionar a los sujetos, generar gustos y generar tendencias”, comentó el artista, “hubo una serie de piezas en las cuales los espectaculares tenían retratos, haciendo relación a los mensajes políticos que para mí es una cuestión de mucho ego. Pero aquí hay una esencia, porque el espectacular muta constantemente, cada mes lo cambien, se cae la tela, lo grafitean y encima lo vuelven a grafitear, es un constante cambio”.
Como sucede con prácticamente la totalidad de los creativos en las artes, sus principales fuentes radican en sus propias experiencias. “De niño yo vivía en Tijuana y en mi ventana tenía un paisaje maravilloso formado por el desierto, algunas calles, una carretera y casas. Lo maravilloso de ese paisaje para mi en la infancia era que veía pasar a mi tío,” nos contó, “entonces me voy de vacaciones, regreso semanas después y ahora me asomo por la ventana y hay un espectacular ahí tapando todo el paisaje”.
Esta manera en como los anuncios urbanos se apropian del territorio que ocupan, se vuelven uno con él y lo modifican va más allá que sólo un resultado meramente visual. Con otro ejemplo, Ortega nos mencionó una de sus reflexiones al respecto:
“Hay una serie de espectaculares que están en el paso Ramos-Saltillo, cuatro o cinco espectaculares idénticos con la misma imagen, en aquel momento no tenían ni número de teléfono ni página de internet, simplemente decían la empresa, y atrás de ellos pues estaba Saltillo, dando una idea como de propiedad”, explicó.
Financiado por el PECDA, el proyecto enfrenta al espectador con el objeto de consumo publicitario diario y lo invita a cuestionarse la manera en que las estrategias de marketing se desenvuelven en nuestras vidas.
“No es una exposición que busque ser muy pretenciosa y que diga: ¡Derrumben los espectaculares! No, simplemente es una reflexión personal”, argumentó y añadió respecto a la composición que “sería más ruidoso si tuviera una serie de publicidades encima, en cambio si está vacío pesa, y de hecho en la mayoría de las piezas el espectacular tiene un peso que no te deja respirar”.
En sus paisajes hay elementos reconocibles de la geografía local, como el Cerro del Pueblo. Rafael comentó que aunque es así, buscó darles una característica irreal. “No por una cuestión de surrealismo ni nada”, explicó, “sino por una cuestión de que se vea más agresivo. Pero muchas veces sale ahora sí que el tiro por la culata porque mi fascinación por el espectacular tiende a idealizarlo, entonces a la vez que se ve invasivo también se ve atractivo. Sí está enorme pero se ve muy bien ahí”.
Y es cierto, pero eso se debe al cuidado en la manufactura de las piezas de la exhibición, que se divide en dos principales muestras, exhibidas en la sala inferior y superior del recinto.
En la planta baja hay intervenciones sobre fotografías, piezas clásicas y paisajes en cajetillas de cerillos, como una emulación de lo que los espectaculares hacen en la realidad, pero a una escala pequeña. “En la cajitas de cerillos hay paisajes que tienen años, de cierta manera como el paisaje idealizado, pensamos en pintura y muchas veces pensamos en ese tipo de imágenes” comentó.
Por otro lado, en la planta alta hay pinturas al óleo de formato mediano y grande en las que el juego radica en la composición, presentación y aglomeración del elemento en cuestión.
Respecto al juego y la experimentación, Rafael mencionó que es una práctica común a su obra, “desde mi punto de vista conforme trabajas la plástica es estar haciendo y deshaciendo a la vez, digamos que es como lo hace un niño, jugar constantemente. Y también es dinamico, estas haciendo algo y cambias, manejas el material. Yo estoy en contra de esa idea de casarse con la técnica. Si ya llevas años haciendo algo igual, pues cambia, a ver qué tal te va en otra cosa. Yo veo el juego como una intervención y también de no tomarse las cosas en serio.
Es jugar con el material, intervenirlo, romperlo, si no sirve se tapa, se vuelve a hacer, tiene mas que ver con una experimentación la idea de juego que con una solución conceptual”.
Desde la exposición con la que se graduó de la Escuela de Artes Plásticas de la UA de C, en la que acataba la idea de manera más directa, ha explorado la manera en que los humanos hacemos uso de poder y su naturaleza.
“Me crié en una familia super católica, casi al punto de fanatismo. Era una relación patriarcal donde las cosas eran de una manera y ya, entonces empecé a entender toda relación humana como una relación de poder. Obviamente entendemos el poder como algo nocivo, pero hay relaciones de poder sanas, donde yo ejerzo el poder, te lo entrego y así; el problema radica cuando el poder se queda en un solo sujeto, en un solo grupo y no se transfiere”, finalizó el artista.
“Discurso del Paisaje” estará durante dos meses en la galería del Recinto del Patrimonio Cultural Universitario, también conocido como Banco Purcell.
Algunas de las piezas ya se han vendido y visitar la propuesta de este artista ofrece una mirada diferente a un objeto cotidiano que pocas veces vemos más allá de su existencia.Poder. Las dinámicas en las relaciones de poder es un tema que está en la obra de Rafael Ortega.