Un vaso de leche: La caridad y la generosidad para saber convivir
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Hay que recuperar estas actitudes tan abandonadas en esta época y que representan expresiones de amor
Dice Savater: “Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”
En este sentido, es interesante anuncio es el que hoy comparto en esta columna, ya que creativamente expresa la generosidad y el amor al prójimo. Me refiero a “Unsung Hero" un comercial que ya tiene tiempo en la red y es de la empresa TVC dedicada a los seguros y que narra la historia de un hombre que brinda a sus semejantes, a personas desconocidas, pequeños servicios, lo cuales son motivos de vida y alegría.
Esta persona, al darse a sí misma, solamente a cambio solamente recibe la emoción de haber sido generoso. Así, descubre su propia felicidad. La única, la auténtica: esa que el dinero no puede comprar. Claro está que este hombre en el corazón queda en el corazón de aquéllos que han recibido su magnificencia. (https://www.youtube.com/watch?v=ndN3QieDJ-U).
Es una breve historia (de apenas tres minutos), que bellamente expresa la caridad y la generosidad para saber convivir, actitudes tan abandonadas en esta época y que representan expresiones de amor.
Urgencias
Este comercial provoca que nos percatemos que ahora - por las prisas y urgencias, las presiones y los compromisos - poco tiempo tengamos para dedicarnos a nosotros mismos, menos para atender las pequeñas necesidades de nuestros semejantes.
Así, silenciosamente, sin siquiera darnos cuenta, erosionamos nuestra humanidad y calidad de vida, al darle entrada al egoísmo, a la insensibilidad, la indiferencia y, en ocasiones, al narcisismo.
No hablo de la ineludible caridad que deberíamos tener, o de la imprescindible hospitalidad que manifiestan las personas educadas, ni de ese altruismo que pareciera costosísimo realizar y menos de las dádivas que luego se pretenden cobrar; sino, sencillamente, de esos pequeños actos que no son honrosos practicarlos: el saludo sincero, la compañía oportuna, la llamada solidaria - o sorpresiva - , el cálido abrazo, el brindar el asiento a la dama, las gracias pronunciadas, la mano abierta, el silencio enriquecedor, el consejo adecuado, la conversación positiva.
Me refiero, a esa generosidad que no necesariamente implica proveer lo material (que nunca sale sobrando), sino en brindar tiempo, consideraciones, momentos y atenciones. Alegrías.
“¡Y coincidir!”
Algunas veces las personas – en ocasiones desconocidas - llegan a nuestras vidas para darnos cuenta de inmediato, o mucho tiempo después, que ese encuentro sucedió porque debía ser así: para servir un propósito, para enseñar una lección, para descubrir quiénes somos, para mostrarnos lo que deseamos alcanzar.
Igualmente, en otras ocasiones, nosotros nos transformamos, fortuitamente, en el punto de encuentro, en los protagonistas, en los desencadenadores de sucesos, en los responsables de dejar una pista para que nuestros semejantes encuentren lo buscado o, bien, reorienten su búsqueda.
Ciegos
De alguna forma, cada uno somos portadores de algunas piezas del rompecabezas, de algunas guías del crucigrama, de la vida de otros seres humanos – cercanos y desconocidos - , que son compartidas, como señales de luz, mediante sucesos cotidianos, casi imperceptibles. Insignificantes. Fragmentos que, en ocasiones, no son cedidos, porque estamos ciegos, o bien porque portamos unas inmensas gafas, de vidrios oscuros que impiden vernos y percibir a los demás como seres de encuentros.
Curiosamente, esa indiferencia nos puede transformar en seres anónimos, irreconocibles, ajenos a lo mejor de nuestra propia naturaleza. Tal vez, esa sea la causa que en muchas ocasiones nos olvidemos de vivir.
Pero también existe lo opuesto. Historias que han hecho que la sociedad sea más abierta, más humanamente conectada. Actos de generosidad y solidaridad que finalmente hacen que el mundo sea aún habitable.
La historia
¿Será posible que los sucesos de generosidad sean inmunes al paso del tiempo? ¿Puede un sencillo acto de misericordia renacer milagrosamente, mucho tiempo después, en el corazón de quien lo recibió?
El Dr. Howard Kelly fue un notable médico ginecólogo norteamericano. Fundador el Hospital Kelly, uno de los primeros en los Estados Unidos dedicados únicamente a la obstetricia y enfermedades de la mujer. En la vida de este médico existe una anécdota oportuna hoy de compartir.
Generosidad
Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.
Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó, "¿Cuánto le debo? "No me debes nada," contestó Ella.
"Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad". Él dijo... "Entonces, se lo agradezco de todo corazón".
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él había estado listo para rendirse y dejar todo.
Años después esa joven, ahora convertida en mujer madura, enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida.
Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla. El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió la factura al cuarto de la paciente.
Ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura. Leyó estas palabras: Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche y galletas - (firmado) Dr. Howard Kelly. >>
Dice Gibrán: “hay quienes dan con alegría y esa alegría es su recompensa. Y hay quienes dan con dolor y ese dolor es su bautismo. Y hay quienes dan y no conocen la pena de dar ni buscan alegría, ni dan con preocupación de virtud. Dan como en el valle lejano el mirto exhala su fragancia, en el espacio. A través de las manos de los que son como éstos habla Dios, desde sus ojos, Él sonríe sobre la tierra”.
Es también cierto lo comentado por Martín Descalzo: “a veces te ocurren cosas misteriosas. Un día se acerca alguien a ti y te dice que desde hace veinte años se alimenta de una frase que tú le dijiste una vez. Tú preguntas de qué frase se trata. Y cuando te la dicen, tú jurarías que esa idea jamás pasó por tu cabeza, que la dijiste casualmente. Y mira por donde la flecha fue derecha al blanco que la necesitaba”, así funcionan las buenas acciones.
Así actúa
Las personas admirables – y plenas - son aquellas que contribuyen significativamente al bienestar de la vida de sus semejantes. Con atenciones pequeñas, pero bien intencionadas.
Aun cuando todo acto de generosidad tiene una recompensa implícita, también es cierto que la vida regresa todo lo que damos (para bien o para mal), casi siempre sin darnos cuenta, casi siempre en silencio, sin reflectores. Y qué bueno que sea así, pues es ahí, donde se encuentra la paz. El sentido de bienestar.
La generosidad es la comunicación más perfecta que existe; También representa la suprema expresión para sabernos encendidos. Iluminados. Humanos.
Y todo puede comenzar con un vaso de leche. Así, actúa Dios.
cgutierrez@tec.mx
Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo