Una historia de fe
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¿Por qué octubre es también llamado ‘Mes del Rosario’? ¿De dónde le vino ese apelativo?
La virgen María ha recibido muchos títulos a lo largo y a la ancho de todo el mundo. Uno de esos títulos fue el de ‘Virgen de la Victoria’, así llamada porque según la Iglesia, Ella intercedió en la famosa Batalla de Lepanto, donde los cristianos lograron el triunfo sobre los moros (musulmanes) el 7 de octubre de 1571. Un hito de la historia que el próximo domingo (pasado mañana) cumplirá 447 años.
Más adelante, la ‘Virgen de la Victoria’ pasaría a ser llamada ‘Nuestra Señora del Rosario’.
¿Por qué? ¿De dónde le vino ese apelativo?
Para entenderlo hay que regresarse a los inicios del siglo 13.
Los prolegómenos
La tradición dice que la propia Madre de Dios, en persona, le enseñó el rezo del Rosario al presbítero Domingo de Guzmán en el año 1208. Y le pidió no sólo que lo difundiera, sino que lo utilizara como arma en contra de los enemigos de la fe cristiana.
Domingo de Guzmán fue un sacerdote español (la República Dominicana se llama así por él) que se dedicó a predicar el cristianismo en el sur de Francia, una región donde mucha gente se había apartado de la Iglesia, influenciada por la herejía albigense, la cual enseñaba que existían dos dioses, uno del bien y otro del mal. “El dios bueno creó todo lo espiritual, y el malo todo lo material. Por lo tanto, todo lo material es malo. El cuerpo es material, por ende, el cuerpo es malo. Jesús de Nazaret tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios”, decían los albigenses.
Un grupito ridiculizado
Obviamente, los albigenses no reconocían a María como la Madre de Dios, se rehusaron a aceptar al Papa y establecieron sus propias normas y creencias.
En ese ambiente trabajó Domingo de Guzmán. Por medio de su predicación, de sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos cuantos albigenses, pero muy a menudo eran ridiculizados por sus vecinos, de manera que pronto ignoraban las enseñanzas del predicador.
Desanimado, Domingo decidió crear una orden religiosa para las pocas mujeres jóvenes que se convertían al cristianismo. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Virgen. Fue en esa capilla en donde Domingo le suplicó a la Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando nada.
Dice la tradición que la Madre de Dios se le apareció a Domingo en la capilla con un rosario y le enseñó cómo recitarlo, para que él a su vez enseñara el ritual a sus seguidores.
Nacen los dominicos
Aunque Domingo logró aumentar los conversos por medio del rosario, la problemática entre albigenses y cristianos era más que religiosa, de hecho, estaba muy vinculada a la política.
Sea como fuere, cuando los albigenses se calmaron, Domingo de Guzmán levantó en el sur de Francia la primera capilla dedicada a la Virgen del Rosario.
Después de esa experiencia, un creciente número de fieles se unió a la obra apostólica de Domingo, quien con la aprobación del Vaticano fundó la ‘Orden de los Predicadores’ (más conocidos como ‘los Dominicos’).
Los Dominicos fueron los encargados de difundir el rosario en todo el mundo cristiano de entonces (todavía no se descubría América). Fue así como el rosario se convirtió en la oración predilecta de los católicos durante casi dos siglos.
Lucha religiosa
En el siglo 15 la cristiandad de Europa —que era como decir toda la cristiandad— estaba en peligro de extinción, a causa de la propagación del Islam. De hecho, los musulmanes se habían propuesto desaparecer la religión de Cristo, “a punta de espada” si era necesario.
Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España (a los musulmanes del Norte de África, los españoles les llamaban ‘moros’ —por la región de Mauritania). En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido y muchos derramaron su sangre por él.
Después de 700 años de lucha contra los moros, España y Portugal pudieron al fin librarse del dominio musulmán. Esa lucha culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, lograron expulsar a los moros de la península Ibérica en 1492, el mismo año que daría paso al Descubrimiento de América y a la extensión de la fe cristiana en un Nuevo Continente.
Petición desesperada
En la época del Papa Pío V (1566 a 1572), los musulmanes todavía controlaban la región del Mediterráneo; de hecho, preparaban una invasión a la Europa cristiana. En ese entonces los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro que significaba el avance el Islam.
El Papa pidió ayuda pero casi nadie atendió a su llamado. Entonces, dada su afición al rezo del rosario, solicitó a la comunidad católica que todos los días rezase el Rosario y pidiese a la Virgen María por la victoria de las tropas cristianas, que se dirigían a un enfrentamiento con los musulmanes.
Las dos flotas —la cristiana y la musulmana— se encontraron el 7 de octubre de 1571 en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.
La flota cristiana, compuesta por soldados de los Estados Papales —soldados de Venecia, Génova y España—, y comandada por Don Juan de Austria, entró en batalla contra un enemigo muy superior en número.
Antes del ataque, las tropas cristianas fueron reunidas para el rezo del rosario, como se acostumbraba en la época. La batalla de Lepanto se extendió todo el día, y hacia el final de la tarde los cristianos resultaron victoriosos (esa batalla quizá sea más recordada porque en ella perdió un brazo Miguel de Cervantes, el autor de ‘El Quijote’).
El parte de la victoria
Semanas más tarde llegó a Roma el mensaje de la victoria, un parte de Don Juan de Austria, le atribuyó el triunfo de su flota al buen ánimo que infundió en los soldados el rezo del Rosario antes de la batalla.
El Papa Pío V quedó tan entusiasmado que en seguida instituyó la fiesta de “Nuestra Señora de la Victoria” y agregó a las Letanías de la Virgen la frase ‘Auxilio de los Cristianos’.
Más adelante, el Papa Gregorio III, en reconocimiento al poder que el rezo del Rosario tuvo sobre las tropas cristianas, y en honor a su colega Pío V, por su afición a ese ritual, cambió la festividad de ‘Nuestra Señora de la Victoria’ por la de ‘Nuestra Señora del Rosario’, que es la que ahora se celebra el 7 de octubre. Y además instituyó que dicho mes fuese dedicado al rezo de ese antiguo ritual cristiano.
Oración de excelencia
A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la devoción al rezo del rosario, por una razón muy sencilla: porque es un ritual fácil de seguir, incluso por una sola persona. No obstante, el interés de la Iglesia era el rezo del rosario en familia o el rezo entre por lo menos dos personas, basado en la frase bíblica de Jesús quien dijo: “Allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). El Vaticano vio en ello un modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al alcance de todos. Desde entonces, casi todos los Papas, han hecho gran énfasis sobre la importancia del rosario en familia.
El papa León XIII escribió 12 encíclicas referentes al rosario. Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de octubre al rosario e insertó la frase ‘Reina del Santísimo Rosario’ en las letanías a la Virgen.
Por todo esto León XIII mereció el título de ‘Papa del Rosario’.