Una luz en lo alto
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Cabañuelas. Dicen algunos abuelos. Adivinan los climas del año observando y registrando los de estas semanas de enero en que hay días gélidos y soleados. La chamarra mañanera ya no se soporta al mediodía y vuelve a entrar en uso al amanecer.
“Es parte de la cuesta”, dicen los aficionados al control de la economía doméstica. Piensan que se unen los cambios climáticos a las penurias del bolsillo. “Viene muy bien con las sorpresas políticas del mandatario madrugador e itinerante”, comentan los leeperiódicos, los televidentes y los enrredados y socializados de “juatsap”, “twist” y “feis”.
En el umbral de la Epifanía. Se evocan los reyes que eran magos en probable trío. Conducidos por la estrella, llevando oro, incienso y mirra al gran personaje que el astro anunciaba, según su precientífica astronomía untada de astrología. En CDMX los representan en figuras ecuestres sobre elefante, caballo y camello. Le quitan el empleo a San Nicolás, convertido comercialmente en Claus y con cambio genérico de santo a “santa”. Porta rojo atuendo invernal y viaja en trineo volador tirado por renos del Polo Norte. Allá, bajo los cielos capitalinos, son ellos los que llevan los juguetes en esa otra Nochebuena del mes de enero.
Las roscas que llaman “de Reyes” han ido evolucionando. Ya no un niño sino varios. Y, en algunas tiendas se venden roscas que tienen las figuras de José, de María, del Niño y del burrito, escondidas entre el migajón. Seguramente los tamales de la Candelaria se embarrarán en equipo, formado por aquellos a quienes tocó encontrarse una figura en algún bocado afortunado.
Es un ágape de amistad o de familia en que se recuerda la narración legendaria, se ora por todos los pueblos y se saborean las rebanadas de rosca, aceptando, los comensales, el compromiso de la tamalada de febrero si les toca Niño o cualquiera otra figura...
...Después de tantos años de una política de fachada, de simulación, de apariencia que encubría un saqueo descomunal, lo habitual es la desconfianza. A todo salto de ahora se le quiere señalar su huarache como antes. Al identificar política con engaño, nadie quiere ser ingenuo ni tolerar, en el menú de la información actual, el postre de atole con el dedo.
El escepticismo ciudadano puede llegar a ser un tropiezo para la esperanza. Pero tiene el gran contrapeso de quienes aprenden a discernir y separan siempre el grano de la paja y el trigo de la cizaña. Se logra visualizar lo auténtico cuando se ven hechos y resultados, mejorías indiscutibles, rectificaciones reales, logros innegables.
Los magos de oriente emprendieron su aventura impulsados por la esperanza. Cuando se ocultó la estrella, encontraron la ayuda de la palabra profética y volvió la luz sideral a guiar sus pasos y ya no volvieron por el mismo camino.
La persona humana, la familia y la comunidad tienen la experiencia de su propia Epifanía. En la dinámica existencial se va dando el aprendizaje por los errores y las equivocaciones y se va despertando la capacidad de saber qué ayuda y qué estorba. Qué es oro y qué es oropel. Hay un afán unánime para que no vuelva la falsa ilusión y que lo verdaderamente valioso vaya siendo, para todos, la mejor opción...
El oro, incienso y mirra, con la luz en lo alto, pueden significar para todos los pueblos: lo valioso, lo sagrado y lo humano y -en la luz de la fe- aprovechar la salvación del Hijo de Dios nacido en Belén, para alcanzar la trascendencia de una plenitud eterna.