Una modesta proposición
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Es motivo de preocupación saber que en las calles de nuestra ciudad hay trescientas cincuenta y tres bandas.
Según la Policía Preventiva, de ese total, veinte y dos son clasificadas como de cuidado. A dichas pandillas se les adjudican delitos como posesión de armas de fuego, incendios y violaciones.
Algunos de sus nombres son: Los Gavilanes, Los Satánicos, Los Guerrilleros, Trolas, Los Huevo, etc. Para ayudar a esas subculturas desviadas de barrio, la propuesta es educarlos desde niños, adoctrinarlos, darles destrezas y actitudes. Son y crecen así porque no tienen opciones ni acceso a oportunidades. Su formación se llevaría a cabo en una escuela especial para ser los futuros policías.
Tendrían una manera legal de ganarse la vida. Así se evitaría que se conviertan en delincuentes mientras se aumenta el número de agentes de la ley. La gente se sentiría más segura. Se puede aprovechar el sentido de lealtad a la banda de estos jóvenes: todos se integrarían en una sola pandilla, la misma que ya controla el estado, la más grande de la ciudad. Se pudiera llamar “Los Polis” o “A Huevo Coahuila”.
La propuesta puede tener aceptación ya que la percepción del ciudadano mejoraría y esto es lo que le importa al gobierno. Alguien se pudiera hacer el listillo y afirmar que “Los polis” solo son pandilleros con permiso para hacer desmanes. Delincuentes acreditados legalmente para ejercer el uso de la fuerza.
Esta posibilidad real, se pudiera arreglar de las maneras acostumbradas: 1. Represión y, si se pone difícil, detención injustificada y encarcelamiento, 2. Campaña mediática para justificar las acciones. 3. Falsas acusaciones, testimonios y simulación. 4. Generar distracciones con temas irrelevantes, pero polémicos.
La propuesta ayudaría a que las estadísticas del gobierno se vieran mejor: cero pandillas en la ciudad, más policías, menos delitos. Ya no habría posesión ilegal de armas. Si algún miembro de la banda de policías tuviera la mala suerte de ser descubierto en un delito: Se le daría de baja momentánea de la “corporación” hasta que se calmen las aguas.
Ese policía tendría la seguridad de que jamás se le encarcelaría. Se le protegería por ser miembro de la banda. Ante los medios se afirmaría que era un mal policía, se reitera el énfasis en que hay cero pandillas.
De acuerdo con los sociólogos, uno de los factores en ese proceso de criminalización, es la ideología del éxito. Afirman que los jóvenes se convierten en criminales por querer imitar a quien consume autos, celulares, tabletas, y una serie de artículos de lujo.
Esto los lleva a justificar obtener mediante actividad criminal, los recursos para obtener esos fines. Por lo tanto, el programa de educación en la carrera policiaca incluiría algunas de estos temas: El capitalismo salvaje daña.
Cómo evitar tu adicción al consumo, Técnicas de ascética: el ayuno; Pobre pero feliz, Porqué el comunismo es mejor que el capitalismo. Los polis, una gran familia. Puede ocurrir que, a pesar de todo el esfuerzo de adoctrinamiento, educación y valores, algunos estudiantes sigan con ambiciones.
Quizás muestren habilidades en criminología. A ellos se le pueden dar oportunidades de carrera en el sistema legal. Así dejarían de ser simples pandilleros armados, para ser ahora un abogado o funcionario. En casos más graves se le haría juez, regidor o diputado, con fuero por supuesto. Sus armas serían ahora las leyes. Todos unos respetables delincuentes de “cuello blanco”, intachables y con impunidad blindada. La estadística de crímenes seguiría baja, estos delitos no se registran.