Una revista cultural saltillense
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En la década de 1930 había en Saltillo un grupo de gente entusiasta, jóvenes en su mayoría, reunidos en una asociación llamada “Centro Cultural Saltillo”, dirigida por los padres jesuitas con fines culturales y de asistencia social. Los integrantes recibían una formación cultural complementaria para que, a su vez y como una actividad de beneficio social, apoyaran en la formación de grupos más jóvenes y en la instrucción práctica de otros grupos sociales más necesitados. En 1932 encabezaban el Consejo Directivo los señores José Sota, Luis R. Rodríguez y Jesús Aguirre; el Consejo Administrativo lo integraban el señor Salvador Jove y las señoritas Esperanza Sota y María del Rosario Villarreal, y el Consejo Consultivo los señores Everardo A. Rodríguez y Refugio A. de Rodríguez, y los jóvenes Manuel Ramos y Leonila Siller. Las comisiones de Cultura Complementaria Femenina y Cultura Popular Femenina eran presididas por Guadalupe López V. y Diana Dávila, mientras Raúl Zertuche y Pedro García Salas presidían las respectivas comisiones masculinas. Ramona Flores era la presidenta de Cultura Popular Infantil, que se impartía a los niños boleros y papeleros, dos oficios casi olvidados hoy, sobre todo, el segundo. El gerente de la asociación era Emilio Arizpe.
De aquel grupo nació, en mayo de 1933, la revista “Cultura”, una publicación mensual que a la vuelta de los años se ve como un parteaguas en la divulgación de la cultura de Coahuila por su aliento y respaldo a los jóvenes escritores saltillenses y por la participación de algunos escritores mexicanos y extranjeros ya consagrados. La idea fue de Óscar Dávila Dávila, quien apenas cumplía 18 años el día que vio la luz el primer número de la revista. En la página editorial escribió que su objetivo era hacer: “Una publicación que sirviese de palestra a todos los que queremos contribuir al mejoramiento integral de Saltillo, del estado y, si fuese posible, de toda la patria”.
En un esfuerzo único y sin precedente en una revista cultural independiente, “Cultura” publicó 56 números ininterrumpidos y cumplió, con mucho, su objetivo. De tipografía limpia y decorosa, ofrecía artículos editoriales, de divulgación científica, de cultura general, historia, religión, bibliografía, psicología, sociología y cinematografía, y secciones de miscelánea, poesía, cuento y variedades.
Llegaba a todos los estados de la república y a algunos países de América Central y del Sur, a Estados Unidos, Francia, Italia, España y Bélgica. En sus páginas, muchas veces enmarcadas en márgenes de color rojo, pueden leerse los primeros versos del poeta Rafael del Río y de su hermano Luis Felipe, como también los muy dulces poemas de María Matilde Robledo y los exquisitos versos de María Enriqueta, la esposa del historiador Carlos Pereyra, quien también escribe para “Cultura”. Entre otros colaboradores locales se encuentran el olvidado escritor y maestro del Ateneo don Hildebrando Siller y el que posteriormente sería el primer rector de la Universidad de Coahuila, Salvador González Lobo. Aparecen textos de María Regina Flores, Antonio Espinoza de los Monteros, Clemente García Soto, Porfirio Ramos y de otros autores cuyas vocaciones literarias no se consolidaron, pero que en su tiempo no fueron menos importantes para la historia de la cultura coahuilense. En sus páginas pueden leerse artículos expresamente escritos para la revista por Miguel y Vito Alessio Robles, Artemio de Valle Arizpe, Alfonso Junco, José María Pemán, Nemesio García Naranjo y Bernardo Ortiz de Montellano, entre otros.
Hay otras publicaciones que, como “Cultura”, han quedado olvidadas en el rincón de las cosas extraviadas. Sin embargo, no están perdidas del todo. Ahí están, esperando por algún interesado en sacarlas del olvido.