Valores de copa
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Las copas. No se puede brindar cómodamente con ellas.
Suelen ser muy grandes. Están hechas para levantarlas en alto, para pasearlas por el estadio y para lucirlas después, como trofeos, en muros de exhibición. Son las copas del balompié (que quedó en futbol, con acento o sin él). Se da el espectáculo de la competencia deportiva en diferentes ciudades y en diferentes estadios.
Estas copas -no alcohólicas- producen una embriaguez de camisetas y colores, de porras y olas, de ovaciones y abucheos, de apuestas y preferencias, de júbilos y decepciones. La europea ha llegado a alcanzar algunos grados notables de excelencia. Y ha tejido una urdimbre y trama de valores.
El espectador de campo tiene la perspectiva directa desde su asiento pero se auxilia con las pantallas gigantes y con su teléfono o tableta inteligente. Quien se quedó en casa, usa los múltiples ojos televisores que lo acercan y lo alejan y le dan repeticiones.
Se tiene la solemnidad de los himnos, la entrada con compañía infantil, la información coreográfica de colores en pugna, el saludo caballeroso de los contrincantes, el sorteo para iniciar y la disciplina a un reglamento que el árbitro representa. Lleva en el bolsillo las tarjetas de la advertencia amarilla y de la roja expulsión. No hay impunidad y el público espera que no haya tampoco pantano de corrupción.
Sabemos que puede surgir la inconformidad con decisiones arbitrales. Que puede estallar la bronca entre los jugadores más iracundos pero, en general, los encuentros suelen ser una sana diversión familiar. Los nacionalismos, claro, se subrayan y se proclaman en todas las modalidades pictóricas faciales y de indumentaria típica.
Las medidas de seguridad se han perfeccionado en una nación que ha aprendido a contrarrestar terrorismos, con un alto precio de víctimas. En la vecina nación del norte, el fácil acceso a las armas de alto poder da por resultado masacres de repetición periódica, como la que se acaba de lamentar en Orlando.
Esperamos que la buena selección de educadores pueda cimentar bien, en las nuevas generaciones, los valores humanos y sociales que se muestran públicamente en los bien cuidados juegos que van tras la copa -sin brindis- que premiará sus victorias...