VÁYASE EL MUERTO A LA SEPULTURA Y EL VIVO A LA HOGAZA
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El Quijote I, 19
En una noche muy oscura, don Quijote y Sancho Panza encontraron en el camino a un grupo de “hasta veinte encamisados, detrás de los cuales venía una litera cubierta de luto, a la cual seguían otros seis a caballo, enlutados hasta los pies de las mulas”.
Como esos encamisados se niegan a responder a don Quijote quiénes son, de dónde vienen, a dónde van y qué llevan, éste los ataca con su lanzón, de manera que huyen pero uno de ellos queda tendido en el suelo con una pierna quebrada, quien le explica que llevan un cuerpo muerto en la litera, que es de un caballero fallecido en Baeza y va a Segovia, “de donde es natural”, y le aclara que ellos son doce sacerdotes, los que acompañan el cuerpo.
Recibidas las explicaciones, don Quijote pide ver el cuerpo del difunto, pero Sancho le dice que no es conveniente, y que pues “no hay que hacer sino retirarnos con gentil compás de pies, y, como dicen, VÁYASE EL MUERTO A LA SEPULTURA Y EL VIVO A LA HOGAZA”.
Originalmente, en tiempos aún de Cervantes, este refrán rezaba así: “El muerto a la güesa y el vivo a la mesa”, donde güesa significa sepultura o fosa, y daba a entender que por más sentimiento que los vivos tengan de sus muertos, una vez depositados éstos en la sepultura, los dolientes van a comer a sus casas y con abundancia, pues hogaza es un pan de gran tamaño.
En México una variante de este refrán dice: “El muerto al pozo y el vivo al gozo”.
@jagarciavilla