Vestido y alborotado
COMPARTIR
TEMAS
Ésta es del día que me quedé, o mejor dicho me dejaron, como novia de rancho;
Vestido y alborotado.
O, como dice la gente de antes, chiflando en la loma.
Lástima, iba yo a ver en vivo mi primera película porno.
En vivo.
Y me quedé con las ganas.
Que cómo estuvo la cosa.
Nada, que mi compa Quitzé Fernández, entonces director de nuestro periódico de sucesos, El Guardián, me había hecho una asignación muy especial.
Singular, diría yo.
Era asistir a la grabación de una película para adultos, aunque eso de para adultos es un decir, que se rodaría en Monterrey, y hacer la crónica.
Se imagina la emoción que sentí.
Con todo, le soy honesto, y usted sabe si me cree o no, que nunca me han gustado las películas de ese corte.
Diría un amigo alérgico al futbol y a las películas sicalípticas, porque el porno es como el futbol, nomás los que traen la pelota se divierten.
Ya estaba yo más puesto que un calcetín, nervioso, le confieso, pero listo para lo que viniera.
¿Cómo sería estar en un acontecimiento así? ¿Qué iría a pasar? ¿Podría yo concentrarme para hacer mi trabajo?
Ya sabe, el miedo a lo desconocido.
Recuerdo que me habían asignado de fotógrafa a mi amiga Karla Guadarrama, entonces reportera de El Guardián.
Y a mí ya se me quemaban las habas por estar ahí...
En ese momento culmen.
Faltaban sólo algunos minutos para salir cuando, qué cree, me llama Quizté para avisarme que la grabación se había cancelado.
¿Cómo?
¿Por qué?
No sabe cómo me sentí.
Fue peor que si me hubieran echado un balde de agua helada en la nuca.
Horrible sensación.
Como si alguien le anuncia que se ha ganado un premio, algo, y luego ya no.
Más triste.
Nomás calcule, iba yo a ver mi primera película porno en vivo para hacer mi primera crónica de la grabación de una porno y luego nada.
Se esfumó.
Viera que me costó
superarlo.
Y todavía siento que me duele.
Sin duda una gran experiencia, digo, en el plano profesional, no sea usted mal pensado.
Pero en fin.
Dicen que por algo Dios hace las cosas.
Pero ay Diosito, ora sí te manchaste, ora sí me diste en toda la m
Jesús Peña
SALTILLO de a pie