Víctor Parra y Jaime Humberto Hermosillo
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Este mes de enero se hubiera conmemorado el centenario del natalicio del reconocido actor de la Época de Oro de nuestro cine Víctor Parra, nacido el 10 de enero de 1920 en Tula, Hidalgo.
Aunque no brilló comercialmente a un nivel comparable a estrellas de la talla de Pedro Infante y Jorge Negrete (además que no se le daba “la cantada” como a ellos) con quien sí puede compararse muy justificadamente es con un actor de la talla de David Silva, particularmente teniendo en consideración que como Silva fue descubierto y a la larga se convirtió en “actor fetiche” del cineasta de origen regiomontano Alejandro Galindo a partir de la película “Campeón sin corona”, de 1945, a “Espaldas mojadas”, de 1953, donde compartieron créditos de hecho Silva y Parra, así como que dos de los tres premios Ariel que gabó a lo largo de su filmografía los hizo bajo las órdenes de Galindo primero en “El muchacho alegre”, en 1948 y “Los Fernández de Peralvillo”, de 1954.
Además de ganar el Ariel a la Mejor Coactuación Masculina de 1948 por “El muchacho alegre”, donde actuó al lado de Luis Aguilar, Parra ganó un segundo Ariel en la misma categoría al año siguiente por “Ángeles del Arrabal”, de Raúl de Anda, donde también compartió créditos con David Silva siendo el único Ariel en la categoría como Mejor Actor de su filmografía el que obtuvo por el mencionado clásico “Los Fernández de Peralvillo”, el cual ganó otros 6 Arieles a la Mejor Película; Mejor Director (Galindo) y Mejor Coactuación Masculina (para el primer actor saltillense Andrés Soler), entre otros más. Otra de sus importantes participaciones en cine fue en el elenco del clásico dirigido por el cineasta coahuilense Emilio “Indio” Fernández “Reportaje”, de 1953. Murió el 20 de febrero de 1994 a los 74 años de edad.
En una edad aproximada, una semana antes de cumplir 77 años de edad el día de mañana, el pasado lunes 13 causó conmoción entre la comunidad cinematográfica la noticia de la muerte del gran cineasta perteneciente a la primera generación del llamado “nuevo cine mexicano” de los años 70, Jaime Humberto Hermosillo, quien se caracterizó por sobre otros de sus no menos destacados colegas por su disección de la hipocresía de la clase media provinciana de México, así como sacar a la luz las perversidades que esconden a partir de su ópera prima de 1971 “La verdadera vocación de Magdalena” que protagonizó la actriz y cantante Angélica María y cuyo personaje se termina liberando de una madre castrante interpretada por una magistral Carmen Montejo.
En lo personal, nunca olvidaré la primera película del maestro Hermosillo que vi en la pantalla grande de un cine como lo fue el hoy desaparecido Cinemundo con “Las apariencias engañan”, de 1983 (por la que ganó más que merecidamente uno de sus cuatro premios Ariel, en su caso al Mejor Guion Original del año) y que aún es fecha que sigo digiriendo, pero de la misma manera fue gratificante seguir viendo títulos suyos en otros cines que como él han desaparecido físicamente tal como el cinema Palacio donde se exhibió desde su éxito La tarea”, a principios de los años 90, a la también nominada al Ariel “Escrito en el cuerpo de la noche”, a principios del nuevo milenio. Descanse en paz y gracias por su legado.
Comentarios a: tesse_69@hotmail.com