Videgaray: ‘víctima’ de la visita de Trump
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Existen pocas dudas en torno a la posición que el hoy exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray, jugaba en el gabinete de Enrique Peña Nieto: desde la campaña presidencial de aquél, y durante el proceso de transición, quedó claro que Videgaray era “el hombre de las confianzas del Presidente”.
Pero tampoco hay muchas dudas respecto de la razón por la cual hoy no se encuentra más en el entorno cercano del poder presidencial: según todas las versiones que se han difundido, fue él quien aconsejó –y convenció– al titular del Ejecutivo de invitar a Donald Trump a México.
La visita del magnate neoyorkino y sus secuelas constituyen un desastre de relaciones públicas y política exterior para la administración de Peña Nieto, pues incluso con la mayor dosis posible de buena fe resulta virtualmente imposible encontrar algún saldo positivo en el episodio.
Y si alguna duda quedaba al respecto, las declaraciones que el propio Trump realizó ayer despejan cualquier duda: “Miren lo que pasó en México. Fui allí y establecí grandes relaciones. Les dejé ver la postura de EU… Y miren las secuelas que hubo hoy, en las que la gente que arregló el viaje a México ha sido forzada a salir del gobierno. Así de bien nos fue”, dijo el republicano en un foro organizado por la cadena estadounidense NBC.
No fue solamente la visita de Trump lo que ha dejado fuera del gabinete a Videgaray, por supuesto. A contrapelo de los reconocimientos realizados ayer por el Presidente de la República a su gestión en la Secretaría de Hacienda, es evidente que la economía del País no marcha como es deseable, con todo y el logro que significó en su momento el pactar con la oposición la reforma hacendaria.
Sin embargo, la “ocurrencia” de intentar intervenir en el derrotero de la campaña presidencial estadounidense volvió insostenible la permanencia del funcionario porque el rechazo popular que ha generado la decisión ha sido de tal magnitud que el Gobierno de la República se vio literalmente obligado a “ofrecer una cabeza” para mitigar los reclamos.
Como se ha dicho con anterioridad, el error que constituyó la invitación a los candidatos presidenciales se volvió mayor cuando la aspirante demócrata declinó viajar a nuestro país, evidenciando aún más la pifia, pues las últimas encuestas electorales en el vecino país evidenciarían que la visita a México le habrá valido a Trump un par de puntos, suficientes para hacer desaparecer la diferencia que le separaba de Hillary Clinton.
El epílogo de la historia podría empeorar si, al final, el candidato republicano termina ganando la Presidencia de los Estados Unidos, pues en el imaginario popular seguramente echaría raíces la idea de que fue la visita a México lo que habría terminado por asegurarle el acceso al Salón Oval de la Casa Blanca.
Aún nos separan algunas semanas de la jornada electoral en la cual los estadounidenses elegirán al sucesor de Barack Obama y la historia no está escrita. Como en cualquier elección presidencial estadounidense, los mexicanos seguiremos con interés los sucesos de ésta hasta su desenlace, pero ni duda cabe que el episodio de la visita de Trump le ha añadido un toque indeseable a dicho interés.