Violencia, una espiral que no se ha frenado
COMPARTIR
TEMAS
En vías de convertir al 2019 como el año más violento en la historia, se requiere que las autoridades, empezando por el Gobierno Federal, implementen una política clara, más allá de ocurrencias y dichos
Se ha vuelto repetitivo, pero no por ello menos importante, que cada mes nos encontremos con índices delictivos que marquen una tendencia más grave.
Ayer no fue la excepción. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) actualizó sus cifras con corte a octubre, en donde los homicidios, los feminicidios, las extorsiones y los secuestros, por decir algunos de los delitos de alto impacto, avanzan a un ritmo récord.
En los últimos 13 años, desde tiempos de Felipe Calderón, hemos visto distintas maneras de afrontar la delincuencia. Desde declarar una guerra en contra del narcotráfico, con la que se avivó la delincuencia en gran parte del País, pasando por dejar de combatir con las armas al crimen como fue al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto y continuando con lo que ha querido implementar Andrés Manuel López Obrador en su primer año de gobierno con su política de “abrazos, no balazos”.
Las tres fórmulas, con tres gobiernos que se han presentado como muy diferentes entre sí, no han podido meter un freno en donde se note que hay una política clara que lleve una ruta para reducir, realmente, la delincuencia en el País.
Al inicio de este gobierno, e incluso desde campaña, López Obrador prometió pacificar México bajo argumentos simples, como por ejemplo que las madres y abuelas ayudarían a evitar que los jóvenes delinquieran. Con esta argumentación no se percibía que ésta fuera una solución viable.
Hasta ahora, el Gobierno Federal ha tenido en la delincuencia uno de los grandes temas en que ha quedado a deber.
Como ejemplos tenemos el operativo en Culiacán para detener a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán, en donde claudicaron en la implementación del Estado de Derecho; la masacre de la familia LeBaron, donde no han entregado resultados positivos, así como el combate al huachicol en donde no se ha notado una reducción en las cifras –aunque lo han querido hacer en el discurso– de tomas clandestinas.
Incluso los dos primeros hechos han golpeado la popularidad del Presidente, que ha caído hasta 20 puntos ante la insatisfacción de la población, o al menos así lo registran la última encuesta de El Universal y la de Massive Caller.
En vías de convertir al 2019 como el año más violento en la historia, lo cual se ha vuelto repetitivo en los últimos años pues se ha ido superando la marca anterior de manera constante, se requiere que las autoridades, empezando por el Gobierno Federal, implementen una política clara, más allá de ocurrencias y dichos populares.
Para muestra las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) que registra un total de 29 mil 574 víctimas de homicidio doloso y feminicidios de enero a octubre de este año, siendo junio el mes más violento con 3 mil 76 asesinatos.
Las lecciones de las últimas semanas dejan en claro que el País no puede seguir como hasta ahora ha navegado en materia de combate al crimen organizado.
Si no queremos seguir registrando récords en materia delictiva, en el País se requiere un golpe de timón en donde las acciones sean claras y que de a poco vayan notándose cambios.