Xicohténcatl, el mozo
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“Es el tiempo de nuevas reflexiones en torno a un periodo histórico”, dijo la Presidenta Municipal de la Ciudad de Tlaxcala en la ceremonia conmemorativa del 498 aniversario de la muerte del joven guerrero Xicohténcatl Axayacatzin, integrante de la familia que gobernaba el Señorío de Tizatlán de donde procede el linaje de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, hoy Saltillo, Coahuila, y de San Miguel de Aguayo de la Nueva Tlaxcala, hoy Bustamante, Nuevo León.
De acuerdo a la licenciada Anabell Ávalos Zempoalteca, refiriéndose a Xicohténcatl comentó en su brillante discurso: “La circunstancia histórica de 1519 lo coloca al lado de quienes transformaron la historia y las relaciones de nuestra América y del mundo, volviéndose pieza imprescindible en ese rompecabezas llamado Conquista de México”.
Ese 11 de mayo por la mañana, en una explanada en lo alto de Tizatlán, los asistentes a la ceremonia teníamos mucho calor, pero estábamos ahí con mucho respeto, integrantes de la Asociación de Cronistas de las Nuevas Tlaxcalas; representantes de municipios circunvecinos, estudiantes de educación básica y sociedad civil en general.
Luego de los honores de ordenanza y de los mensajes de la alcaldesa y del gobernador Marco Mena, quienes acudimos de manera natural nos acercamos a las autoridades, entre ellas también a la diputada Mayra Vázquez y a la maestra Anabel Alvarado, presidenta de la Comisión responsable de los trabajos del Encuentro de Dos Culturas.
Los tlaxcaltecas saben cómo tratar a los visitantes. Especialmente hubo un anfitrión de gran nivel que fue el maestro Cesáreo Teroba Lara, cronista de la Ciudad de Tlaxcala y exalcalde de esta ciudad. Además don Cesáreo es autor de una biografía de Xicohténcatl Axayacatzin, llamado “El Mozo”, para distinguirlo de su padre llamado “El Viejo” de quien se decía que había tenido mil mujeres…
El joven guerrero fue el que más desconfió de los extranjeros y aun a pesar de la naciente alianza con ellos nunca se sumó realmente a las causas imperialistas, aunque acompañó en batallas a los soldados de Hernán Cortés. Su liderazgo lo hacía peligroso para los hombres blancos, por ello se le mandó asesinar, por eso es un héroe indígena.
El encuentro a principios del siglo 16 entre tlaxcaltecas y europeos tuvo sus luces y sus sombras, una de éstas últimas fue la muerte de Xicohténcatl. No me resulta extraño que su figura sea retomada como baluarte de la resistencia para quienes todavía no aceptan la conquista y avasallamiento de los grupos nativos de Mesoamérica.
Para mí los mexicanos somos un pueblo mestizo con raíces indígenas y europeas, esa es una realidad. Denostar cualquiera de estas raíces es como ignorar nuestra procedencia e inventar una historia de mitología.
“Xicohténcatl es sinónimo de resistencia, mezclado con un profundo amor a su tierra natal”, aseguró la alcaldesa. Yo agregaría que si en ese entonces hubiera habido otros hombres con las características del guerrero de Tizatlán, probablemente los europeos de la península ibérica no hubieran triunfado y otra muy distinta hubiera sido la historia; pero qué bien que el mestizaje que surgió hace 500 años sigue revistiendo nuestra nacionalidad, finalmente el resultado racial del encuentro nos privilegia.