Yo / carnicero, de Mercedes Luna Fuentes
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Conocí a Mercedes en abril de 2016. El mismo año, en octubre, le hice esta pregunta: ¿qué es la poesía? Su respuesta fue simple y metafórica: “la poesía es como una semilla”. Han pasado casi cinco años desde aquella pregunta, y hoy estoy aquí para presentar una semilla.
“Yo/carnicero” es el inicio de la voz de Mercedes. Es su punto de partida.
¿Y para qué regresamos al principio?
Pensemos en el viaje de un punto a lo largo de una circunferencia ¿Estamos seguros de saber dónde comienza?, ¿y dónde termina? Aunque el destino y el origen sean iguales, el punto no vuelve a ser el mismo después de haber andado los 360 grados.
“Yo / carnicero” es un viaje solo de ida que ha permitido el regreso. Mercedes lanzó palabras como semillas que buscaron enraizar en el dolor del aire, en lo tangible de la experiencia humana, en lo real invisible. De este libro surgieron raíces a través de las cuales continúa nutriéndose la voz de la poeta. Su obra ha ofrecido un cuerpo a la oscuridad cotidiana del mundo que construimos y nos construye: metales retorcidos, llantas de tráiler, tableros de control de vehículos subterráneos; ventanillas por donde observamos lo que muere; habitaciones limpias; habitaciones que arden en llamas; congeladores que conservan muslos blandos y sospechosos; estantes repletos con todos los tipos de pastas y de mieles; estantes vacíos; vagones del transporte público en los que viajan pensamientos privados; la línea de manufactura de nuestra industria emocional cuyos obreros son nuestro padre, nuestra madre, nuestras hijas, nuestros amantes. La poesía de Mercedes invita a desmantelar la maquinaria de lo cercano a nuestro cuerpo, de nuestra vida donde resulta utópico afirmar que algo es nuestro.
Como semilla, “Yo / carnicero” denuncia lo hegemónico del mundo exterior, pero también del mundo interior. Es una semilla de autodenuncia. La poeta no está separada de los versos que la construyen y simultáneamente la destruyen. Las raíces que se han adherido al universo físico de Mercedes, igualmente lo han hecho con su universo emocional. Son las mismas que la atrapan y la liberan. Son los colmillos afilados de la poesía, que entra en nosotros, como un ser impredecible.
En el principio fue la carne, y la carne devino en verbo, en palabras que también serán sembradas en árabe.
Quiero reconocer el amor de Khalid Raissouni por la palabra; porque tomó con sus manos estos seres etéreos y peligrosos que son los versos de Mercedes Luna Fuentes y permitió que se apropiaran de él.
Antes de compartir con ustedes algunos poemas, quiero reconocer el trabajo de reedición que hicieron posible la editorial Aldus y el Instituto Municipal de Cultura de la ciudad de Saltillo, que como una madre paciente y generosa, ha cobijado habitantes a lo largo de 444 años.