Cuatrociénegas: El reto: unir al turismo y la ecología
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Con infraestructura insuficiente para recibir a miles de visitantes, las autoridades se enfrentan a la problemática de crear las condiciones propicias para explotar la belleza del valle
Más de 128 mil páginas se desplegan en Google cuando se teclea la palabra Cuatrociénegas. La modernidad tardó, pero en el presente ya está instalada en una de las zonas con mayor biodiversidad en el mundo.
Hace 10 ó 15 años llegar a esta región enclavada enmedio del desierto, en el centro de Coahuila, requería numerosas horas por carretera y una larga caminata hacia las pozas, sitios alejados y en muchas ocasiones escondidos por la vegetación.
Hoy, llegar a Cuatrociénegas no ofrece dificultad alguna. Las carreteras han mejorado notablemente, existen vuelos diarios a Torreón y agencias turísticas que organizan paseos por la zona. Algunas de las pozas y el río Mezquite se han transformado en balnearios o centros turísticos.
Las 900 mil hectáreas de la región protegida del desierto en Cuatrociénegas tienen mucho que ofrecer. Hay pozas de aguas cristalinas y colores mágicos, abundantes manantiales, oquedades en cuya agua libre de fósforo se desarrollan especies únicas, canales que surgen sin aviso entre la maleza del desierto, dunas de arena blanca que resplandecen con el sol.
El futuro de este municipio está en el turismo. La afirmación de esta sentencia es evidente cuando en calles, restaurantes y en las pozas se ven a norteamericanos, italianos, japoneses, alemanes y oriundos de otros estados del país, pulular con cámara en mano.
No hay marcha atrás, afirman el Presidente municipal, el comisionado nacional de áreas naturales protegidas, científicos y ecologistas.
La cuestión estriba en cómo conciliar el turismo con Cuatrociénegas, el equivalente terrestre de las Islas Galápagos, donde Darwin desarrolló sus ideas sobre evolución.
¿Cuál es el turismo que debe acceder a un laboratorio y museo vivo del proceso evolutivo? Un turismo que representa mayores recursos y bienestar para los cieneguenses, pero que amenaza con rebasar la infraestructura de la zona cuando ésta salte a los primeros planos gracias a la convocatoria que Televisión Azteca y el Consejo de la Promoción Turística de México lanzaron para elegir las 13 Maravillas de México.
La problemática planteada no es nueva para Cuatrociénegas, ni para las 161 áreas naturales protegidas del país. Sitios en los que se deben conciliar los intereses de ejidatarios, particulares y el Gobierno Federal.
Sólo el 23 por ciento de los territorios y aguas del país son públicos. No debería sorprender entonces que los terrenos sobre los que se erige Chichen Itzá pertenezcan a una familia, que la Poza Azul haya sido adquirida por Pronatura Noreste y que Las Playitas enfrente un conflicto legal entre los miembros del ejido El Venado y otros ejidatarios.
Maravilla en busca de certificado
Cuatrociénegas ya es maravilla, sostiene don Roberto cuando echa un vistazo a la Poza de la Becerra, su hogar y centro de trabajo. El sol del desierto labró cada arruga del rostro del cieneguense, quien se ocupa de cobrar la entrada a los paseantes que acuden a la poza 363 días al año, las 24 horas del día -el lugar sólo cierra el 25 de diciembre y el 1 de enero.
La modernidad para don Roberto se traduce en baños y regaderas creados exprofeso para los visitantes, también en las 30 mil personas que cada periodo vacional se vuelcan en el pueblo que aparece de pronto en la carretera, minúsculo si se compara con la cordillera de la Sierra Madre Oriental, que se erige a su lado imponente.
"Sólo hay espacio para mil 500 personas a la vez en la Becerra", dice don Roberto, feliz de que el turismo en este verano se haya incrementado, de tal suerte que muchos paseantes han encontrado los hoteles llenos por lo que acampan a la orilla de la poza, situación que el vigilante atribuye a la campaña "Las 13 Maravillas de México".
Arturo González, director del Museo del Desierto, es quien elaboró el proyecto para que el Gobierno estatal propusiera a Cuatrociénegas como maravilla mexicana. También ha hecho una radiografía exhaustiva de la Poza de la Becerra y reconoce que aunque lo ideal sería que ésta dejara de ser un balneario, la realidad muestra un futuro distinto.
"No creo que ahorita se vaya a cerrar la Becerra porque las personas necesitan un espacio de esparcimiento y éste ya está consolidado, pero es necesario generar un espacio alterno", plantea.
La intervención del hombre en el lugar no le genera conflictos. El biólogo está consciente que desde hace 10 ó 12 mil años los seres humanos entraron en contacto con las plantas y animales que viven en el agua tibia de este oasis.
El problema -afirma el investigador- radica en la enorme cantidad de personas que llegan a la Becerra.
"Es necesario quitarle presión a este lugar y una solución es haciendo un balneario hermosísimo, ecológicamente fabuloso, pero que no estuviera en la grieta de la que está saliendo el agua que alimenta a la Becerra y que apenas estamos empezando a entender", declara optimista.
La misma historia con nuevos factores
"El mar se quedó aquí, vivito y coleando rodeado de arena jurásica", dice la investigadora Valeria Souza, cuando la palabra Cuatrociénegas es nombrada en su presencia.
Ella, al igual que investigadores y científicos que han visitado y estudiado Cuatrociénegas, consideran que nombrar maravilla a la región es superfluo.
"No se puede evitar la llegada de paseantes, Cuatrociénegas ya es conocido mundialmente y la población está creciendo. Si quieren clasificarla como maravilla, adelante, pero hay que controlar el desarrollo del turismo, siempre lo nombran ecoturismo, pero muchas veces este adjetivo no corresponde al turismo descontrolado que puede dañar el valle", opina por su parte Dean Hendrickson, director del Centro de Investigación Científica de Cuatrociénegas, y uno de los defensores acérrimos del balance ecológico de la región.
En cambio, paraGabriel Villarreal Jordán es un asunto vital. El Presidente municipal de Cuatrociénegas pide a los coahuilenses que voten para lograr el reconocimiento de las pozas como una maravilla natural de México.
Admite que la capacidad hotelera es insuficiente para un incremento acelerado del turismo, más si actualmente esto ya constituye un problema en temporada alta. Pero se muestra confiado en el crecimiento de este sector, que se ha incrementado en un 15 por ciento en los últimos dos años.
Actualmente la ciudad cuenta con ocho hoteles con un total 140 habitaciones. El lujo aún no llega a la región, sólo existen hoteles con un máximo de tres estrellas.
Villarreal esgrime el discurso de la sustentabilidad cuando se le pregunta sobre cómo planea resolver las carencias del sector servicio, así como el viejo reto de unir turismo y ecología.
"Con Fonatur hemos elaborado un plan de desarrollo turístico a 20 años, basado en la sustentabilidad. Depende de la promoción que hagamos es el tipo de visitantes que vamos a tener, ya sabemos el potencial y dónde está el turismo que queremos atraer, que es el de convenciones y el ecoturismo.
Lugar único
A Cuatrociénegas le ha hecho daño el turismo depredador, (los visitantes) no saben que se están bañando en un lugar único, no saben apreciar porque no lo conocen. Reconocer que Cuatrociénegas es una maravilla ayudará a que los visitantes se sientan orgullosos de venir a conocer un lugar único", afirma sonriente y confiado el alcalde Gabriel Villarreal.
La agricultura ya no es suficiente
En Cuatrociénegas no todo es agricultura, aunque en las cercanías se cosecha melón, maíz, frijol, parras -las Bodegas Ferriño aún venden vino en el lugar-, entre otros productos. Para los ecologistas la agricultura no es muy bien vista, todavía se habla de los daños que ocasionó la siembra de alfalfa en el Valle del Hundido.
"En los servicios es donde está gran parte del futuro económico de Cuatrociénegas", afirma Ernesto Enkerlin, comisionado nacional de Areas Naturales Protegidas.
Reconoce que el turismo puede ocasionar problemas, pero afirma que Cuatrociénegas hace 10 ó 15 años "se conocía muchísimo menos y se maltrataba muchísimo más".
"Tuvimos que cerrar áreas recreativas, como Las Playitas, porque había abuso de alcohol, del entorno y hoy tenemos más orden y visitación. El turismo es una de las vocaciones de este lugar", dice, no sin antes advertir que cualquier proyecto, ya sea balneario u hotel, será analizado para determinar su impacto ambiental.
"No será aprobado ninguna construcción en una área natural protegida, si es en tierras de agricultura y áreas degradadas bienvenida", dice.
Enkerlin está convencido de que la campaña de las 13 maravillas es benéfica, porque realza en la mente de los mexicanos la importancia de las áreas protegidas.
No apto para remilgosos
En la ciudad, en Cuatrociénegas hay hoteles, restaurantes y un par de cibercafés. Los recursos para viajeros son básicos y llegar a las atracciones de la región es imposible si no se cuenta con vehículo propio, o se contrata un paseo guiado.
Las Playitas -que actualmente está cerrada al público, pero debido a la escasa vigilancia es visitada con frecuencia- es una poza a la que sólo se puede acceder después de recorrer unos 14 kilómetros sobre un camino de yeso, típico de este valle. También para acceder al Río Mezquite, que se encuentra a 8 kilómetros de la ciudad, se debe conducir por un camino de terracería.
La comodidad, en la Poza de la Becerra, puede traducirse en cuartos de baño, duchas y parrillas. El poblado cuenta con un par de museos pequeños, también con un acuario y herpetario.
Los buceadores necesitarán llevar su propio equipo, igual que los campistas y espeleólogos. Aunque existe una agencia de servicios turísticos que ofrece actividades como navegar en kayak, hacer snorkel, el ciclismo de aventura y cabalgatas.
Así también, el turista, de no encontrar hotel deberá acampar en la orilla de las pozas.
Pero, como dicen los visitantes, ir a Cuatrociénegas es buscar una vida sencilla y cercana a la naturaleza. Esto es, a fin de cuentas, una de las máximas atracciones del valle, que aún resiste estoico el frenesí de la modernidad.